Enfermeria era una amplia sala, con varias
camas a donde las alumnas enfermas eran enviadas. Ahora solo se encontraban
ellas dos. Fueron escoltadas por Stella, quien las llevaba de las manos y no
les permitia tocar sus colas. Finalmente ahí encontraron a la doctora, Maricel.
- Del purgatorio dijeron que debían venir
aquí luego de su castigo. – Explico Stella. Y maricel vio a dos gemelitas
llorando.
- Bien, que se acuesten boca abajo en las
camas. Y NO SE TOQUEN ESOS TRASEROS. Cuando yo termine se van a poder sobar
todo lo que quieran. –
- Ya escucharon niñas. – Ordeno Stella.
Las niñas caminaban muy adoloridas, casi
rengueando finalmente, luego de un par de intentos, se acostaron como indicado
en las camillas. La mujer se acerco, y puso las manos en la cintura mientras
veía a las dos niñas continuar llorando acongojadas, sus colitas rojas y llenas
de marcas de varazos. Las marcas eran superficiales, pero el trasero de ellas
alcanzo a hincharse bastante, dándole un color distinto, que junto al ungüento
se veía muy brilloso. Las marcas, alcanzaban matices dorados en algunas partes,
mostrando a la piel a punto de quebrarse o ya quebrada. Maricel apenas podia
imaginar el insoportable dolor que debían haber pasado. Por mas prestigioso que sea, agradecia nunca haber
pertenecido al Saint Francis, solo a su personal.
- Valla, tenemos trabajo aca…- Dijo, la vio
a Stella y menciono: Una hora.
- Una hora?? Ellas aun tienen tarea que hacer – Protesto
Stella.
- Recuerda lo que dice la directora
Stanford. La importancia de la Salud. Recibiran castigos en esa zona los
siguientes 6 años. No pueden comenzar a llenarse de moretones y cicatrices. No
van a poder ni sentarse. -
- Esa es la función del purgatorio, pero si
tu lo dices…- Menciono Stella y se fue.
- G-Gracias… - Dijo Amy.
- No se preocupen…- Dijo Maricel
revolviéndole el cabello. – Fue muy fuerte no?
- H-Horrible…- Sollozo Annie.
- Bueno, Confien en la Tia Maricel. –
Bromeo la doctora.
Otra vez, tratadas como niñas. Pero ahora
realmente no les preocupaba. La mujer volvió con un banco e inyecciones, un
ungüento y dos grandes gasas. Cuando las chicas vieron las inyecciones se
vieron asustadas.
- Tranquilas. Veran que se sentiran mejor.
Confien en mi. – Luego de dos gritos e inyecciones que las dejaron super
adoloridas y llorando de vuelta, comenzó a pasar el ungüento cuidadosamente por
el trasero de las chicas.
- Las manitos adelante, déjenme trabajar. –
Les decia Maricel con dulzura. Con suavidad, masajeo sus nalgas haciendo que
estas absorban el liquido. Ambas gimieron y protestaron mientras sus adoloridos
traseros eran masajeados, pero la doctora las ignoro y con mucha paciencia
termino con ambas. Finalmente tomo una gran casa, la empapo en el y la puso a
lo largo del trasero de cada una.
- Esperen asi, cuando baje la hinchazón
continuo curandolas. –
Las chicas esperaron boca abajo.
- Esto… es humillante…- Penso Amy en voz
alta.
- Alguna vez pensaste que terminaríamos
asi? – Respondio Annie.
El efecto de la inyección y los ungüentos
rápidamente hizo efecto. Sintieron una profunda relajación del dolor, y una
fuerte sensación de frio/calor en sus nalgas. Duro aproximadamente 20 minutos,
pero les sirvió para descansar. La doctora volvió, cuando ya habían pasado 40
minutos, saco las gasas y palmeo los traseros notando no solo que ya no estaban
tan hinchados, sino que las chicas ya no estaban tan adoloridas como antes.
Apenas podia tocarlas recién. La inyección además de desinflamante contenia un
poco de analgésico. Es insoportable sino intentar curar traseros adoloridos.
Comenzo con Annie, tenia la piel muy partida en su nalga izquierda y muzlo
derecho. Preparo un par de gasas, les puso un unguento rojo y las termino
poniendo en cada zona afectada, con una cinta en cruz. – AYYYY- Protesto Annie
y se sobresalto cuando el ungüento rojo se aplico en cada zona. La doctora
intento tranquilizarla acariciando su espalda. Annie volvió a llorar, pero la
doctora la ignoro. Estiro sus nalgas y puso otra, mucho mas pequeña, cerca de
entre sus nalgas en la izquierda. Annie grito de vuelta, pero con firmeza la
puso en su lugar. Sin en el analgésico, estarían pataleando y sacudiéndose de
seguro. Luego, le puso una curita a las marcas mas pequeñas, las que se veía
que se convertirían fácilmente en moretones sin atención. En el muslo
izquierdo, la nalga derecha, y otra mas cercana a los cachetes. Finalmente, tomo
su pijama y con cuidado, abotono la solapa de este a través de los grandes y
rojos botones. Le dio dos palmaditas a su cola y la ordeno pararse. La chica
obedecio e inmediatamente comenzó a sobarse. Maricel, le revolvió el cabello
debido a la ternura que la dinminuta chica inspiraba.
- Soportaran el agua, no te preocupes. Las
dejaras ahí hoy y todo mañana. Pasado, a la mañana te las quitas antes de
bañarte. Turno de ella…- Dijo, señalando a la otra gemela. Annie asintió con su
cabeza obedientemente. Como si fuera un calco de su hermana, Amy termino con su
cola llena de curitas y gasas en los mismos lugares que ella, guardadas dentro
de su pijama.
- Traten de mantener esas colitas alejadas
de castigos si quieren recuperarse. Siempre que le digo a las Dorm Mom que las
dejen respirar por unos días nos ignoran. – Explico Maricel.
- ¿Perdon? – Protesto Stella, quien justo
llego.
- Stella. Que bueno verte de vuelta. Las
niñas ya están listas. A ver cuando vuelves a visitarme, la ultima vez que te
vi fue cuando terminaste igual que ellas luego de visitar el purgatorio. –
Bromeo Maricel. Las gemelas se sorprendieron.
- E-Ella visito el purgatorio? – Dijeron
ambas al unisono.
- Fui internada al igual que ustedes…- Se
quejo Stella, molesta por la acotación de Maricel.
- Me alegra que ya te hallan asignado tu
habitacion. Siempre insistías con que algún dia serias Dorm Mom. – Dijo la
mujer. Y stella se llevo a las gemelas.
Llegaron a la habitacion en donde había un
ambiente incomodo, solo se encontraban Rhonda, Jessica, y Mariela, quien
casualmente había llegado a retirar su carpeta. Jessica y Rhonda, Naturalmente
acostadas boca abajo. Mariela, confundida, viendo los carteles “Arrepentimiento
en proceso” en el trasero de sus compañeras y sin saber que decir. El rojo brillante
de sus colas alcanzaba a verse con facilidad. Se veía increíblemente doloroso.
Y para Mariela era un rojo hipnotizante como las llamas del fuego. Pero no se
animaba a verlo, Rhonda se veía lúgubre, y Jessica triste y furiosa. Stella
finalmente ingreso con ambas niñas de la mano. Al entrar, Annie corrió hacia
Rhonda y la abrazo. Amy, celosa, hizo lo mismo con Mariela quien se sorprendio
mucho.
- Chicas!! Quiero las 4 CASTIGADAS de pie
en frente mio.
Lentamente se acercaron y se formaron.
- Ahora están usando su uniforme de
castigo. Cualquier prenda y objeto personal les fue retirado. Tienen prohibido
deambular por los pasillos. Si son vistas lejos de una dorm mom y sin una buena
excusa serán rápidamente dejadas en el rincón y se notificara a su dorm mom.
Solo deben concentrarse en la meditación y el arrepentimiento. Tienen prohibido
ingresar a la biblioteca, sala de ocio, o cualquier sala en uniforme de
castigo. Tienen prohibido llamar la atención, solo deben hablar lo justo y
necesario, es motivo de castigo también. A las 9 pasaremos por ustedes para
comer. A las 10 nos aseguraremos de que estén dentro de sus camas listas para
dormir. Sus tareas deben completarla de igual forma, dejamos afuera los textos
y carpetas a utilizar, pero sus mochilas también fueron confiscadas. Les
recuerdo que en caso de comportarse mal, ya no podrán elegir castigo. Ahora lo
elegiremos nosotras. Solamente si notamos un buen comportamiento, podrán volver
a sus uniformes normales. Se les recuerda que solo deben desabotonarse sus
pijamas para bañarse, o ir al baño, y deben mantener todos sus botones
acordemente abotonados. Lo digo, por que hay muchas que se desabotonan los de
la cola ya que les molesta la tela, tienen prohibido hacer eso salvo que una
Dorm Mom se los ordene. – Sentencio Stella, y se retiro.
Jessica volvió a su misma posición.
Escondio su rostro dentro de su almohada y continuo descansando. Habia pasado
por muchos sentimientos esa tarde. Negacion, impotencia, bronca, dolor,
vergüenza, sentimientos de venganza…. Y por ultimo tristeza y resignación.
“Estoy atrapada aquí…” Pensaba. “Y no hay
forma de salir. Si mis hermanas se enteran de esto solo se burlaran… si mis
padres se enteran me diran que lo meresco. Si intento escapar me atraparan y me
harán ir de vuelta a ese horrible lugar…” Penso intentando no llevar las manos
a su cola y demostrar que aun le dolia de forma horrible. “ No quiero volver a
pasar por algo asi… ¿pero que hare? ¿Tendre que aceptar todas las locuras de
las monjas? Pero estoy atrapada aquí… es como si pudieran hacer conmigo lo que
quieran…. Tengo miedo…” Suspiro Jessica, para sus adentros. Pensaba que los
azotainas que le daba su padre eran lo peor que podría recibir, pero se había
quedado muy corta. “Me siento… tan sola…” Finalmente pensó y se limpio una
lagrima.
Annie, tomo de la mano a Rhonda. Rhonda se
sorprendio, y Annie la llevo a la cama. Rhonda entendio que quería. Ella
también estaba adolorida pero no tubo problemas en acostarse boca arriba. En
cuanto a fuerza, si la habían azotado asi antes. Lo mas tortuoso era la espera
y los rituales. Annie se recostó y apoyo la cara en su pecho. Rhonda comenzó a
mimarla suavemente, mientras Annie se quedaba dormida. Ella también estaba
pasando por sus propios procesos conflictivos. Estaba dándose cuenta que el
lugar al cual fue enviada no era tan tierno como ella pensaba que era y que su
vida realmente había dado una gran vuelta. Ese castigo era inaguantable, y el
pijama insoportable. Nunca había sentido su trasero arder tanto en su vida. Si,
era golpeada, azotada frecuentemente en los orfanatos, a veces en el traste,
otras veces en el cuerpo. Pero nunca de forma tan sistematica, de forma tan…
humillante. El mameluco que uso las ultimas horas dado que fue la primera en
llegar, era tan… se sentía tan… Hasta sentía que hacia friccion contra su
castigado trasero reviviendo el dolor a cada rato. Realmente estaba a la merced
de quienes cuidaban de ella. Definitivamente no quería pasar por lo mismo de
vuelta, y sentía que la tortura aun no terminaba. Estaba realmente deprimida
hasta que vio ese gesto de Annie. Annie, puede verse manipuladora.
Practicamente la obligo a hacerlo. Pero había en ella una ternura, una calidez
tan especial, capaz de alejar la depresión.
-
¿Por qué…?
- Por que?
- Por que me buscas siempre.
- Por que se que podes protegerme…-
Respondio Annie.
Amy por su parte empezó a padecer los
efectos del analgésico desvanecerse. Celosa, deposito su cariño en su nueva
amiga abrazándola mientras lloraba.
- Dolio tanto…- Suspiraba abrazándola.
Mariela, sorprendida, se sento y ayudo a su amiga a subirse a la cama,
acostándose boca abajo con la cabeza en sus piernas. Se veía sumamente tierna y
adorable con su mameluco, y asi, recién castigadita. Se dejaba mimar y tratar
como una niña, cosa que normalmente la enfurecería. Sus ojos, sin embargo
estaban fijos en su colita tapada por el humillante cartel. Probo,
disimuladamente palmearla y Amy se dejo, posiblemente demasiado sensible para
quejarse.
- Ayyy… Duele…- Se quejo, sin meter sus
manos.
- Amy… puedo ver como quedo?
- S-si.. Pero vamos para alla. No quiero
que las otras me vean… - Dijo.
Se alejaron a las camas mas lejanas, y
Mariela vio como Amy caminaba incómodamente. “M… debe doler…” Penso con mas
impresión que morbo mientras se deleitaba con la imagen de ella en pijama
enterizo, caminando mientras se sobaba. “Tengo que dibujarlo” pensó.
- Sniff…- Lagrimeo Amy y Mariela la abrazo.
- Tranquila amy, vas a estar bien.. – Dijo
intentando consolarla. Amy asintió con su cabeza. En ese aspecto, Rhonda y
Mariela se parecía. Dos chicas depresivas, dos chicas que las alegraban. Cada
una a su manera. Amy volteo, y desabotono los grandes botones de su trasero,
revelando su culo, aun rojo brillante, lleno de marcas, curitas y gasas.
Mariela mordio los dientes al verlo.
- Ay….
- Nos llevaron a enfermería a mi y a mi
hermana luego del castigo… sniff…-
- Puedo.. .tocar?
- Tene cuidado… arde mucho…- respondio amy
permitiéndoselo. Mariela se deleito observando la pequeña colita castigada.
Toco cuidadosamente con un dedo la parte sin marcas.
- …ay…- Gimio Amy.
- Te dolio? – Pregunto Mariela. Y la vio
menear su cabeza. Continuo tocándola, Amy de vez en cuando se sobaba, mientras
ella lo hacia. Toco Mariela la superficie de sus marcas.
- Que paso? Que te hicieron.
- Ufff… Fue
terrible. Ahora te cuento…- contesto Amy.