Las gemelas esperaban su turno, ambas en
sus mamelucos de castigo y sobando sus pompis con ambas manos. Annie aun
lloraba, mientras que Amy, con mas tiempo para recuperarse, solo lagrimeaba
levemente. Los pijamas, a ambas le quedaban
un poco holgados y las mangas eran mas largas que sus brazos. A veces
los elásticos de las puntas no alcanzaban para mantenerlos en su lugar y el
brazo del pijama alcanzaba a cubrir sus manos, hasta que ellas debían
devolverlo a sus muñecas. Esto las hacia ver mas pequeñas de lo que ya eran y
les daba una imagen muy tierna. En la espera, ambas veian la línea de chicas
esperando su turno, todas dando señales de haber recibido una reciente
nalgueada. Quiza un movimiento o flexion de piernas, o alguna sobada. Ninguna
era obviamente tan obvia como ellas. Y todas con el humillante cartel en su
trasero, lo cual les recordaba como debían verse.
- como mami? – Pregunto Amy, viendo en su
hermana el vivo reflejo de lo tonta que debía verse sobándose tanto. Lastima
que no pudiera dejar de hacerlo.
- Si… sniff… Sniff…- Dijo, limpiándose las
lagrimas. – Regañandonos… y… luego… Sniff..- Explico intentando hablar.
- Claro… si… es verdad. Si. –
- Niñas!!! En silencio!!- Les ordeno una
monja. Ambas se quedaron calladas.
Jessica, finalmente paso a la camilla. Desde
ahí, ya se escuchaban los llantos de la siguiente habitacion. Confundida se
acostó como le ordenaron y vio de reojo como su mameluco era desabotonado
revelando su aun rojo trasero.
- mirando hacia adelante nenita. – Ordeno
la Doctora.
Mas asustada que molesta, Jessica obedecio.
- Vaya… tenemos una pequeña diablita aquí…
Venis al purgatorio con tu cola tan roja?- bromeo la enfermera y comenzó a
apretar sus cachetes y recorrerlos con sus manos.
- …Ay…-
- Silencio. Tu cola esta un poco hinchada…
si te dan el resto del castigo asi vas a sangrar definitivamente. – Explico.
- Entonces…?- Dijo jessica, sintiendo un
poco de esperanza.
- No creas que te salvaste. Solo te voy a
tener que poner un ungüento diferente del que realmente deberías recibir. –
Explico. Llego otra chica y le anoto algo en un papel que luego llevo. Luego de
unos segundos, comenzó a untar la viscosa sustancia. Jessica comenzó a sentir
una frescura muy intensa, casi dolorosa en sus nalgas. El ungüento estaba
preparado para disminuir la hinchazón y preparar su piel para los varazos. Aun
asi, los azotes dolerían mas, pero su piel estaría mas protegida y seria mas
raro que sangre.
Ya de pie, Jessica volteo y cuando intento
abotonarlo le dijeron.
- No, que haces. Asi. A la próxima
habitacion. Lo dejas asi. – Le ordenaron.
Sintiendose avergonzada, Jessica obedecio y
paso al próximo cuarto, donde sus ojos se dilataron a ver a sus compañeras
siendo amarradas y recibiendo unos horribles varazos que cortaban el aire y las
hacían gritar.
Finalmente, turno de Amy. Acostada en la
camilla, colita al aire, la mujer las vio, reconociendo rápidamente que eran
las famosas gemelitas que se habían hecho tan populares. Hasta sentía ternura.
Cosa que rara vez sentía. Vio las dinminutas nalguitas, levemente rojas de amy
y le dio un par de nalgadas pequeñas, frente a la cual la niña rápidamente
reacciono meneando su trasero. Luego con sus manos, lo apretó, recorriéndolo.
Amy, avergonzada y confundida intento pararse.
- N-No!!
- ¿Qué haces? Quieta!!!- Le exclamo.
Asustada Amy obedecio, y ella continuo con la revisión. “Su cola es demasiado
pequeña”. Penso. – No vas a poder resistir este castigo… Va a ser demasiado
para vos. … Para ustedes. Ya que tienen el mismo cuerpo. – Dijo, viendo a su
hermana.
Un rayo de esperanza ilumino su rostro.
Vino la misma mujer, anoto algo en su libreta y tomo un ungüento. Todos los
ungüentos hacían que los azotes ardan mas al caer en piel mojada, pero este
tenia otro particular efecto. Volvia la piel mucho mas resistente, aunque era un
poco mas espeso, parecía moco. La mujer masajeo las nalgas de Amy mientras ella
luchaba por mantenerse en posición.
- E-Entonces me van a castigar?
- Obvio que si. Ve a la siguiente
habitacion. No demores. Solo que luego de tu castigo seras traída a enfermería…
Seran…- Dijo viéndola a Annie cuyo gesto de esperanza se desmorono. Amy marcho
a la siguiente habitacion, y luego de tratar la cola de Annie, llego
rápidamente a la misma conclusión. Finalmente ambas ya estaban en la ultima y
mas aterradora habitacion. Facilmente podría ser una visión del infierno, si lo
ven con ojos de chicas a punto de padecer el mismo destino. Los llantos, los
gritos, la vara cortando el viento, la visión de esos traseros al rojo vivo, la
fila de chicas de culos brillosos y rojos esperando su turno.
- T-Tengo miedo… - Dijo Annie, volviendo a
llorar y tomando la mano de su hermana. El ambiente era tan denso que se podría
cortar con un cuchillo. No había ni una sola que no termine en lagrimas y
sollozos. Las mas débiles hasta suplicaban vanamente que el horrible castigo
termine. Todas las chicas veian a cada una quebrarse en el potro a azotes de
vara, vara que posiblemente no habían sentido antes, mientras esperaban su
turno de pasar por lo mismo. Las gemelas sentían sus piernas de gelatina, cada
varazo en la habitacion parecía que caia en sus propias nalgas. Finalmente
llego el turno de Jessica quien temerosamente llego al potro y termino siendo
amarrada. La Maestra disciplinadora leyó su informe sabiendo que debido a su
rebeldía debía darle una buena lección. Jessica desde su posición, no alcanzaba
a ver a su verduga ni siquiera de reojo, su trasero apuntando a las chicas en
línea, su rostro hacia la ultima puerta.
Amy apretó la mano de Annie, dándole a
entender que estaba jessica a punto de ser castigada. Ambas quisieron ver la
escena contentas de poder vengarse de quien las metio en este problema.
Finalmente el primer doloroso varazo cayo
en sus nalgas. Jessica solto un grito. Dolia muchísimo mas de lo que imagino
que iba a doler. Apreto sus dientes e intento no ser una bebe llorona como
todas las demás. Su cola comenzó a llenarse de marcas sumamente dolorosas,
Jessica intentando no gritar. No paso mucho tiempo, pronto se agoto y los
gritos comenzaron. Y en poco tiempo, hasta lagrimas y sollozos.
- NO NO NO!!!- Exclamo furiosa de que la
logren hacer llorar. Lucho vanamente contra los amarres solo logrando agotarse
mas mientras que la horrible vara dejaba de color rojo brillante su trasero y
lo volvia a hinchar. Finalmente, era otra chica que lloraba. Annie y Amy, comenaron
viéndola muy contenta como al fin recebia su merecida, pero cuando el llanto se
transformo en sollozo, el terror se apodero de ellas. Si JESSICA no soportaba
este castigo, ¿¿ellas?? Finalmente, una Jessica llena de lagrimas y muerta de
cansancio, con el culo rojo, hinchado y brillante – debido al ungüento- fue
enviada a rezar arrepentida en la sala de ocio.
Las gemelas observaran horrificadas cada
chica en frente suyo pasar por el mismo proceso. Hasta terminaron observándolo
en primera fila, como con la nalgueada sobre las piernas. Ambas lloraron con
anticipación. Finalmente, fue el turno de Amy, y una de las monjas tubo que
ayudarla a subirse al potro. Con su corazón a punto de reventar su pecho
termino siendo amarrada.
“Sensibilidad extrema, prácticamente nula
resistencia. “ Leyo la maestra. Suspiro disimuladamente, estos casos eran los
peores. Tendian a hacer un circo y era difícil ver si la reacción era real o
solo exagerada. Ademas, no había muchas técnicas para “Castigar levemente
fuerte”.
Levanto la vara alto, e intento darle un
buen azote. Apenas la vara corto el viento, Amy solto un grito que dejo sin
tímpanos a todo el lugar. La maestra la vio molesta, no había dado ni un golpe
y la niña ya gritaba. Finalmente decidio bajar su fuerza a ¼. Comenzo a dar
asi, varios azotes.
Amy sentía un fuerte y punzante dolor de
parte de cada dolor. Mas asustada que adolorida, gritaba constantemente. La
mujer comenzó a aumentar la fuerza hasta convertirlo en un castigo.
- WAAAAAA WAAAAA BASTA POR FAVOOOOOR NOOOO
WAAAA NO LO VUELVO A HACEEEER WAAAAAAA- Sollozo Amy. La maestra la ignoro,
viéndola luchar contra los Amarres. Continuo hasta dejarle su colita bien roja,
hinchada y marcada. De vez en cuando, solto un azote demasiado fuerte, y vio el
efecto de eso en la cola de ella rápidamente, la cual se marco de mas al
instante. Los gritos que soltaba Amy en cada uno de esos momentos eran
insoportables. Podria haber indagado mas acerca de los sentimientos de Amy,
pero ella estaba en piloto automatico desde que la ataron al potro. Solo
gritaba y lloraba, no importaba lo que pasara.
Annie, mientras veía la escena desu hermana
se sentía a punto de desmayarse. Otra vez, sabia que ella nunca soportaría mas
que ella. Dio varios pasos hacia atrás aterrorizada.
- No, no… Yo no puedo, no… no…- Se intento
alejar, pero una monja la tomo del brazo. Finalmente Amy termino solamente
sollozando acongojada a todo pulmón, y hasta soltando mocos por su nariz. La
maestra disciplinadora decidio que era suficiente, y fue liberada. Intento
hacer la danza de la colita hirviendo, pero fue atrapada de las manos y enviada
a la salida del purgatorio.
- No… NO… YO NO QUIERO!!- Exclamo Annie
luchando contra la monja. Lucha que no sirvió de mucho. Se sacudió tanto que
sin embargo, se necesito que la maestra disciplinadora la ayude a subirla al
potro y atarla.
- NO QUIERO NO FUE MI CULPA YNO NO QUISE
PELEARME NOOOO. – Suplico mientras era atada.
- NO POR FAVOR, NO POR FAVOR, POR FAVOR POR
FAVOR POR FAVOR!!!- Suplico y comenzó a llorar acongojada. – Por favor por
favor por favor… Por favor por favor por favor… por favor por favor por……
AYY!!- Exclamo, cuando el primer varazo cayo en sus nalgas.
“Definitivamente son las peores…” Suspiro
la maestra disciplinadora. Hizo lo mismo que con su hermana, pero un poco mas
rápido, ya que no quería soportar tanto bullicio. Annie grito, suplico, y
protesto, y se quejo hasta quedarse sin fuerzas, finalmente solo sollozo y
sollozo en un largo: WAAAAAA…. WAAAAAAAAAAAA…. WAAAAAAAA…. Hasta terminar
exactamente igual que su hermana. Con una danza de la cola hirviendo trunca
termino fuera del purgatorio. Realmente, las alumnas al salir del purgatorio,
ignoraban todo lo que pasaba. Su mente estaba fija en su posterior al rojo
vivo. Querian sobarse incontrolablemente y calmar esa horrible llama. Las
monjas restantes sin embargo, impedían eso. Inmediatamente les colocaban las
manos en su cabeza, el rosario en estas, las obligaban a ver la roja pared,
pararse derechas y rezar el rosario completo, recordándoles que hasta no
hacerlo no saldrían de ahí.
Jessica, continuaba ahí, mucho mas
tranquila, intentando esta vez si terminar de rezar el rosario. A pesar de todo
el tiempo que paso, su tarea se entorpecio bastante debido un par de razones.
No se acordaba los rezos de memoria, debía rezar en voz baja y a ritmo normal.
No estaba acostumbrada a hacerlo además, ya que nunca elegia ese castigo, y su
hirviente trasero la distraía. Pero sumado a eso, lo peor era el “exorciso de
pecados”.
- AYYYYYYYYY!!!!!!!- Exclamaba saltando y
bajando las manos de su cabeza.
- Comenzas de vuelta.- Ordeno la monja.
- NOOO!!!- Protesto. Decidida intento
soportar el dolor y rezar el rosario de corrido. Cada vez que caia el “agua
bendita” en su trasero, sentía como si la quemara. Hasta que de repente,
comenzó a sentir un fuerte olor a alcohol. “Claro… es alcohol puro…” Penso.
Alcohol curo en una cola recién castigada por varazos, el cual se metia en sus
heridas. De ahí el dolor horrible que sentía.
Annie, le toco una posición,
afortunadamente cerca de su hermana. Al principio no podia ni hablar, estaba
agotada, y el simple hecho de mantenerse en esa posición punitiva y NO sobarse
era suficiente sobre esfuerzo. Pero vio a su hermana con sus ojos cerrados,
concentrada en rezar.
- Padre nuestro que estas en los cielos…
Santificado sea tu… AYYYYY … Nom…bree…..- Rezaba, mientras la monja hacia la
cruz con agua bendita en su trasero. Lo hizo un par de veces mas, hasta que fue
el turno de Annie. Annie grito, y se sacudió, bajando los brazos en cada una de
las ocasiones, pero la volvieron a devolver a su posición. Comprendio que debía
imitar a su hermana y entregarse a la penitencia. Suspiro, cerro los ojos, se
paro derecha y tomo fuertemente el rosario. En posición perfecta, se concentro
en rezar completamente el rosario. Parecian monjes tibetanos, o aquellos
antiguos frailes, soportando estoicamente el castigo, incluso el alcohol puro
en sus castigadas nalgas, y rezando sin parar. Finalmente termino, y Annie al
salir vio que su hermana la esperaba afuera. Ambas se abrazaron y rompieron en
llanto.
- Finalmente termino… Todo termino…- Dijo
Annie.
- Niñas. Vamos a enfermería asi las tratan.
– Menciono Stella, quien esperaba también que salgan. Ambas asintieron con la
cabeza y con sus largas mangas se limpiaron la cara. Y de reojo, vieron a Jess,
que otra vez rezaba desde el principio su rosario.