En berzegui, los días suelen ser muy
soleados. Incluso en invierno. Y rara vez llueve. Suele sin embargo, ser
ventoso. Sus habitantes gozan de este
clima privilegiado y eso explica también que las chicas tengan un uniforme tan
poco invernal.
Las chicas disfrutaban de un hermoso y
soleado sábado. Y su ultimo finde tranquilo antes del próximo domingo de gala y
del temido ingreso a clases.
Rhonda y Annie, como siempre escondidas, se
encontraban recostadas juntas bajo un árbol. Annie, con su cabeza recostada en
las piernas de Rhonda. De repente, el viento comenzó a soplar con violencia.
Pero ellas estaban tan distraídas que no lo notaron. El cielo se lleno de nubes
negras y quienes estaban afuera ingresaron rápidamente. Todas menos Rhonda y
Annie.
Finalmente, la tormenta se volvió tan
inminente que hasta Rhonda lo noto.
- Debemos entrar. – Se apresuro Rhonda.
Pero si bien, ella se adelanto, Annie se retraso. ¡ Annie amaba las tormentas!
Jugo un poco con el poderoso viento levantando su larga falda, dejándose
arrastrar por el, y viendo la naturaleza en caos desde un primer plano. Cayeron
varios poderosos rayos, pero Annie solo se divertia. Ortiz, alcanzo a verla por
una ventana, a la niña jugando en medio de la tormenta.
- ANNIE!! – Exclamo y salio corriendo a atraparla. En el momento en que la agarro,
el diluvio se largo. El agua caia con violencia empapándolas mientras los
truenos caian con violencia.
Como si fuera una muñeca, la alzo y la
llevo corriendo a la casa de las Dorm Mom.
Ya adentro, agitadas y empapadas las dos
Ortiz regaño muy molesta a Annie.
- ANNASTACIA HASTUR!!- Exclamo mientras
Annie se encogia al escuchar el grito.
- ¿Me queres decir que estabas haciendo??
- Yo solo jugaba!!
- NO VEIAS LA TORMENTA ACASO? CAIAN
TRUENOS!! AHORA VAS A VER!!- Exclamo. De un jalon, la recostó sobre una
rodilla, levanto su larga falda y bajo sus calzones reglamentarios, revelando
la dinminuta cola.
Asustada, Annie pataleo y tapo su cola.
- Madre Ortiz, ¡¡estamos empapadas y muero
de frio!! – Suplico Annie. Sin embargo eso no la salvo de una buena nalgueada. Annie comenzó a patalear y gemir
mientras la enfadada monja le dejaba su cola bien roja. Cuando Annie comenzó a
llorar, Ortiz finalmente se tranquilizo.
- Es verdad. No quiero que ENCIMA te
enfermes. Ve a bañarte. – Ordeno. La hizo entrar en su habitacion, en su ducha.
Tomo algo de ropa casual e intento secarse con una de las toallas. Luego se
bañaría también, pero ahora su prioridad era darle un buen castigo a Annie.
Annie, nerviosa y sabiendo lo que esperaba hizo el baño bien largo. Finalmente
salio, y dijo: Mi uniforme esta empapado que me pongo??
Ortiz no había pensado en eso. “Que podre
ponerle. Con lo petiza que es dudo que halla algo de su talla”.
- No hay otro uniforme aquí?? – exclamo
Annie.
- Esta es la casa de Maestras. Obvio que no
hay nada que pertenesca a las alumnas. – Exclamo. Hasta que recordó algo.
“El disfraz de mi sobrinita!”
Lo saco de su bolsa. No era un disfraz muy
practico. Era un mameluco gris, con patas y manos de conejo el cual se
abotonaba por la espalda. Tenia una capucha con orejas.
Ortiz abrió la puerta y Annie se tapo sus
genitales.
- Lo único que encontré. – Dijo mostrándole
el disfraz de conejito.
- ¿Eso? Es un disfraz. No, que tonto. No
voy a usar eso. – Protesto. – Hasta la capucha tiene carita y mejillas rosas… -
- ¿Perdon? ¿Acaso te olvidaste de lo mal
que te portaste? Y no vas a estar desnuda. No hay mas ropa aquí, y la tormenta
continua.
- De donde sacas… Saco eso? – Pregunto
Annie indecisa.
- Es de mi sobrinita de 11. Pero te quedara
bien. -
Annie se sonrojo, molesta ante el
comentario. Pero Ortiz continuo insistiendo mostrándole el mameluco y
abriéndolo para que meta sus piernas en el.
- Vamos Annie. Te vas a resfriar. Hace
caso. –
- Pero…- Protesto y metio sus piernas en
el hasta que sus pies quedaron adentro.
Ortiz se lo subio hasta las piernas y la obligo a meter sus manos, las cuales
quedaron atrapadas en los guantes que el mameluco traía incorporados junto a
sus brazitos. Finalmente, la ayudo a intentar pasar su cabeza por el elástico
del cuello. Este era un poco resistente, y fue difícil ponérselo, como si fuera
un sueter viejo que queda chico. Luego de hacerlo, Annie solo vio oscuridad
hasta que con dificultad y la ayuda de Ortiz, saco su cara por la abertura de
la capucha, sintiendo como se apretaba el elástico ajustaba su cuello, y la
abertura de la capucha apretaba su mentón, rodeando su cara alrededor de arriba
de sus cejas y hasta sus mejillas. Para finalizar, Ortiz abotono los numerosos
botones de su espalda. Finalmente vio a una avergonzada y cabisbaja annie con
su disfraz de conejita.
- Me siento… tan tonta…- Protesto
sonrojada.
- Te ves tan tierna!!!- Festejo
abrazándola. – AWWW, HASTA TENES UN POMPON EN TU COLITA!!- comento fascinada.
Pero repentinamente se puso seria. Soltandola, puso sus manos en su cintura y
comenzó a regañarla firmemente a Annie.
- Annastacia Hastur. ¿Acaso usted sabe lo
PELIGROSO que fue correr por medio de una tormenta? Debio haberse metido al edificio
apenas lo hicieron todas. Desobedeciste cuando te llamaron y te arriesgaste.
¡¡Es una tormenta eléctrica!! –
Annie, cabisbaja, escuchaba los regaños
entrar por sus oídos e ir directamente a su corazón. Las chicas del Saint
Francis estaban acostumbradas a castigos, pero no a regaños. Casi nunca eran
regañadas. Todo lo que sucedia, sea bueno o malo, se daba como una consecuencia
directa de sus actos. Buen comportamiento = Puntos, Mal comportamiento =
castigo.
Pocas veces había algún tipo de anticipo al
castigo mas que la orden de obedecerlo. Sea que ellas estén de acuerdo o no, no
importaba. Inmediatamente debían cumplirlo antes de que el castigo se duplique,
o peor. Sin embargo Ortiz la estaba regañando al igual que una niña, mostrando
una genuina preocupación por ella. Lo que en un principio, parecía un castigo
injusto, por algo tan tonto como jugar bajo la lluvia adquiria una nueva
magnitud. Realmente pudo haber estado en peligro, o al menos por como lo
explicaba Ortiz.
- Usted se ha portado MUY mal señorita.
¿esta claro? Normalmente serias enviada al purgatorio, pero dado a que estamos
solas me encargare personalmente de esto. Le voy a dar una nalgueada de la cual
no se va a olvidar y luego se va a quedar en el rincon hasta que me bañe y
arregle el desastre que hicimos. –
- Si Madre Ortiz… Lo siento… fui
descuidada… - Contesto Annie, empezando a sentirse arrepentida de lo que hizo.
- No te preocupes Annie. – Dijo
abrazándola. – Eres una niña. Asi las niñas aprenden ¿si? No vuelvas a hacer
esto. – le explico. Vio el pomponcito en su cola y luego pensó en algo: La niña
definitivamente necesitaba una nalgueada a cola desnuda. Pero desvestirla y
dársela desnuda seria un problema. El disfraz, no permitia desnudar su cola. La
tomo de la mano, o de la pata y la llevo a la cama. Se sento y busco su
cepillo. “No es una nalgueada a cola desnuda… pero ayudara. Y será mas fácil
castigarla ahora que luego de desnudarla. Debi haberlo pensado antes. “
Annie vio el cepillo asustada y la orden de
Ortiz de recostarse. Sintio las orejas
de su disfraz, caer contra su cara al hacerlo. Apenas se recostó, Ortiz busco
con la mano la parte “castigable” de su trasero. El mameluco y el pompón no
permitia reconocerlos a simple vista. Luego de unos segundos, la fuerte
nalgueada comenzó. Primero lento, hasta que progresivamente, se convirtió en un
largo y doloroso castigo. Los regaños se mantuvieron de inicio a fin, con Annie
pataleando y llorando mientras admitia haberse portado muy mal y merecer su
castigo. Luego de una larga y muy dolorosa cepillada, Annie lloraba
desconsoladamente en las piernas de Ortiz, quien a ciegas se encargaba de hacer
que no vuelva a cometer semejante tontería. Al finalizar, la consolo sentándola
en sus piernas, mimandola y abrazándola mientras la tierna y dulce niña
prometia no volverlo a hacer. Una vez mas tranquila, la toma de la mano y la
lleva a un rincón.
- Te quedas aquí, castigadita, pensando en
lo mal que te portaste y en que no volves a hacerlo. –
- Si Madre Ortiz…- Responde Annie e intenta
arrodillarse.
- No mi amor, de pie. – Dice, y la permite
pararse. Annie intenta sobarse desesperadamente pero es imposible con su
disfraz. Acomoda las orejas de este hacia detrás de su nuca y espera mirando al
rincón.
Con annie castigada mirando a la pared,
Ortiz se ducha, se cambia y luego arregla el desorden, cambiándola de rincón en
rincón mientras se encarga de secar todo el desorden que hicieron. Mientras,
con su cola hirviendo y el ridículo mameluco, Annie es paseada por cada rincón
de la casa, llorando y escuchando la fuerte tormenta afuera. No le molestaba
tanto haber hecho lo que hizo, pero si hacer preocupar a Ortiz. Su corazón
dolia tanto como su cola en ese momento.
Era tierno ver a Annie en su rincón
mientras limpiaba su desorden. La chica emanaba un aire de arrepentimiento , de
conejita castigada tan grande… La paseo por los rincones de cada habitacion
mientras pasaba el trapo, secaba el enchastre y ponía a secar sus ropas
empapadas. Al terminar, fue hacia ella y la abrazo.
- Suficiente castigo conejita- Dijo Ortiz.
Abrazo a Annie por las espalda y la volteo. Vio su cara llena de lagrimas y de
incomodidad y la abrazo.
- Perdooon, lo siento, no lo vuelvo a
hacer!!!! – lloro de vuelta Annie abrazándola.
- No te preocupes bebe. Ya cumpliste. –
dijo limpiándole las lagrimas. Luego de mimos y abrazos, la solto. Annie fue a
la ventana y vio como la fuerte tormenta azotaba el lugar. Ortiz pudo notar la
gran incomodidad que sentía, constantemente intentaba sobarse su pobre trasero
en vano. En un momento, se corta la luz, y Ortiz tiene que poner velas. Pero
Annie no puede ayudarla en nada. El disfraz estaba muy mal hecho, y tenia
guantes incluidos. Esto hacia que annie tenga dificultades hasta para abrir una
puerta.
“Cuando se seque tu uniforme te lo pondrás
de vuelta. No estarías en esta situación si te hubieras portado bien desde el
principio.” Decia Ortiz siempre que Annie protestaba al respecto. Ortiz no
tenia mayores problemas, la tierna y adorable annie necesitaba ayuda hasta para
comer. Con su colita hirviendo estaba mucho mas sensible, dócil y cariñosa. Por
eso se dejaba dar de comer en la boca.
- Por que bailas asi? – Se rio Ortiz
viéndola.
- N-Necesito ir al baño!! Pero no puedo
quitármelo. Me ayuda Madre Ortiz por favor?
- Ya te dije que podias llamarme mami
Ortiz. Vamos conejita. –
Luego de un largo proceso, le quito el
disfraz, Annie hizo sus necesidades y luego se lo volvió a poner. Esto se
repitió cada vez que ella quería ir al baño.
Finalmente, fue la hora de irse a dormir. Sin embargo Annie no podia
conciliar el sueño, y repentinamente empezó a llorar.
- Que pasa bebita? Te duele tu cola y no
podes dormir?
- No puedo dormir sin mi peluche…. Y…
Extraño…- Dijo llorosa Annie.
- Awww…
pobrecita. No te preocupes. Dormimos juntas. – Le ordeno. Abrazandola, se metio
con ella a la cama y ambas durmieron abrazadas.
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