martes, 18 de julio de 2017

Capitulo 54

En berzegui, los días suelen ser muy soleados. Incluso en invierno. Y rara vez llueve. Suele sin embargo, ser ventoso.  Sus habitantes gozan de este clima privilegiado y eso explica también que las chicas tengan un uniforme tan poco invernal.
Las chicas disfrutaban de un hermoso y soleado sábado. Y su ultimo finde tranquilo antes del próximo domingo de gala y del temido ingreso a clases.
Rhonda y Annie, como siempre escondidas, se encontraban recostadas juntas bajo un árbol. Annie, con su cabeza recostada en las piernas de Rhonda. De repente, el viento comenzó a soplar con violencia. Pero ellas estaban tan distraídas que no lo notaron. El cielo se lleno de nubes negras y quienes estaban afuera ingresaron rápidamente. Todas menos Rhonda y Annie.
Finalmente, la tormenta se volvió tan inminente que hasta Rhonda lo noto.
- Debemos entrar. – Se apresuro Rhonda. Pero si bien, ella se adelanto, Annie se retraso. ¡ Annie amaba las tormentas! Jugo un poco con el poderoso viento levantando su larga falda, dejándose arrastrar por el, y viendo la naturaleza en caos desde un primer plano. Cayeron varios poderosos rayos, pero Annie solo se divertia. Ortiz, alcanzo a verla por una ventana, a la niña jugando en medio de la tormenta.
- ANNIE!! – Exclamo y salio corriendo  a atraparla. En el momento en que la agarro, el diluvio se largo. El agua caia con violencia empapándolas mientras los truenos caian con violencia.
Como si fuera una muñeca, la alzo y la llevo corriendo a la casa de las Dorm Mom.
Ya adentro, agitadas y empapadas las dos Ortiz regaño muy molesta a Annie.
- ANNASTACIA HASTUR!!- Exclamo mientras Annie se encogia al escuchar el grito.
- ¿Me queres decir que estabas haciendo??
- Yo solo jugaba!!
- NO VEIAS LA TORMENTA ACASO? CAIAN TRUENOS!! AHORA VAS A VER!!- Exclamo. De un jalon, la recostó sobre una rodilla, levanto su larga falda y bajo sus calzones reglamentarios, revelando la dinminuta cola.
Asustada, Annie pataleo y tapo su cola.
- Madre Ortiz, ¡¡estamos empapadas y muero de frio!! – Suplico Annie. Sin embargo eso no la salvo de una buena nalgueada.         Annie comenzó a patalear y gemir mientras la enfadada monja le dejaba su cola bien roja. Cuando Annie comenzó a llorar, Ortiz finalmente se tranquilizo.
- Es verdad. No quiero que ENCIMA te enfermes. Ve a bañarte. – Ordeno. La hizo entrar en su habitacion, en su ducha. Tomo algo de ropa casual e intento secarse con una de las toallas. Luego se bañaría también, pero ahora su prioridad era darle un buen castigo a Annie. Annie, nerviosa y sabiendo lo que esperaba hizo el baño bien largo. Finalmente salio, y dijo: Mi uniforme esta empapado que me pongo??
Ortiz no había pensado en eso. “Que podre ponerle. Con lo petiza que es dudo que halla algo de su talla”.
- No hay otro uniforme aquí?? – exclamo Annie.
- Esta es la casa de Maestras. Obvio que no hay nada que pertenesca a las alumnas. – Exclamo. Hasta que recordó algo.
“El disfraz de mi sobrinita!”
Lo saco de su bolsa. No era un disfraz muy practico. Era un mameluco gris, con patas y manos de conejo el cual se abotonaba por la espalda. Tenia una capucha con orejas.
Ortiz abrió la puerta y Annie se tapo sus genitales.
- Lo único que encontré. – Dijo mostrándole el disfraz de conejito.
- ¿Eso? Es un disfraz. No, que tonto. No voy a usar eso. – Protesto. – Hasta la capucha tiene carita y mejillas rosas… -
- ¿Perdon? ¿Acaso te olvidaste de lo mal que te portaste? Y no vas a estar desnuda. No hay mas ropa aquí, y la tormenta continua.
- De donde sacas… Saco eso? – Pregunto Annie indecisa.
- Es de mi sobrinita de 11. Pero te quedara bien. -
Annie se sonrojo, molesta ante el comentario. Pero Ortiz continuo insistiendo mostrándole el mameluco y abriéndolo para que meta sus piernas en el.
- Vamos Annie. Te vas a resfriar. Hace caso. –
- Pero…- Protesto y metio sus piernas en el  hasta que sus pies quedaron adentro. Ortiz se lo subio hasta las piernas y la obligo a meter sus manos, las cuales quedaron atrapadas en los guantes que el mameluco traía incorporados junto a sus brazitos. Finalmente, la ayudo a intentar pasar su cabeza por el elástico del cuello. Este era un poco resistente, y fue difícil ponérselo, como si fuera un sueter viejo que queda chico. Luego de hacerlo, Annie solo vio oscuridad hasta que con dificultad y la ayuda de Ortiz, saco su cara por la abertura de la capucha, sintiendo como se apretaba el elástico ajustaba su cuello, y la abertura de la capucha apretaba su mentón, rodeando su cara alrededor de arriba de sus cejas y hasta sus mejillas. Para finalizar, Ortiz abotono los numerosos botones de su espalda. Finalmente vio a una avergonzada y cabisbaja annie con su disfraz de conejita.
- Me siento… tan tonta…- Protesto sonrojada.
- Te ves tan tierna!!!- Festejo abrazándola. – AWWW, HASTA TENES UN POMPON EN TU COLITA!!- comento fascinada. Pero repentinamente se puso seria. Soltandola, puso sus manos en su cintura y comenzó a regañarla firmemente a Annie.
- Annastacia Hastur. ¿Acaso usted sabe lo PELIGROSO que fue correr por medio de una tormenta? Debio haberse metido al edificio apenas lo hicieron todas. Desobedeciste cuando te llamaron y te arriesgaste. ¡¡Es una tormenta eléctrica!! –
Annie, cabisbaja, escuchaba los regaños entrar por sus oídos e ir directamente a su corazón. Las chicas del Saint Francis estaban acostumbradas a castigos, pero no a regaños. Casi nunca eran regañadas. Todo lo que sucedia, sea bueno o malo, se daba como una consecuencia directa de sus actos. Buen comportamiento = Puntos, Mal comportamiento = castigo.
Pocas veces había algún tipo de anticipo al castigo mas que la orden de obedecerlo. Sea que ellas estén de acuerdo o no, no importaba. Inmediatamente debían cumplirlo antes de que el castigo se duplique, o peor. Sin embargo Ortiz la estaba regañando al igual que una niña, mostrando una genuina preocupación por ella. Lo que en un principio, parecía un castigo injusto, por algo tan tonto como jugar bajo la lluvia adquiria una nueva magnitud. Realmente pudo haber estado en peligro, o al menos por como lo explicaba Ortiz.
- Usted se ha portado MUY mal señorita. ¿esta claro? Normalmente serias enviada al purgatorio, pero dado a que estamos solas me encargare personalmente de esto. Le voy a dar una nalgueada de la cual no se va a olvidar y luego se va a quedar en el rincon hasta que me bañe y arregle el desastre que hicimos. –
- Si Madre Ortiz… Lo siento… fui descuidada… - Contesto Annie, empezando a sentirse arrepentida de lo que hizo.
- No te preocupes Annie. – Dijo abrazándola. – Eres una niña. Asi las niñas aprenden ¿si? No vuelvas a hacer esto. – le explico. Vio el pomponcito en su cola y luego pensó en algo: La niña definitivamente necesitaba una nalgueada a cola desnuda. Pero desvestirla y dársela desnuda seria un problema. El disfraz, no permitia desnudar su cola. La tomo de la mano, o de la pata y la llevo a la cama. Se sento y busco su cepillo. “No es una nalgueada a cola desnuda… pero ayudara. Y será mas fácil castigarla ahora que luego de desnudarla. Debi haberlo pensado antes. “
Annie vio el cepillo asustada y la orden de Ortiz de recostarse.  Sintio las orejas de su disfraz, caer contra su cara al hacerlo. Apenas se recostó, Ortiz busco con la mano la parte “castigable” de su trasero. El mameluco y el pompón no permitia reconocerlos a simple vista. Luego de unos segundos, la fuerte nalgueada comenzó. Primero lento, hasta que progresivamente, se convirtió en un largo y doloroso castigo. Los regaños se mantuvieron de inicio a fin, con Annie pataleando y llorando mientras admitia haberse portado muy mal y merecer su castigo. Luego de una larga y muy dolorosa cepillada, Annie lloraba desconsoladamente en las piernas de Ortiz, quien a ciegas se encargaba de hacer que no vuelva a cometer semejante tontería. Al finalizar, la consolo sentándola en sus piernas, mimandola y abrazándola mientras la tierna y dulce niña prometia no volverlo a hacer. Una vez mas tranquila, la toma de la mano y la lleva a un rincón.
- Te quedas aquí, castigadita, pensando en lo mal que te portaste y en que no volves a hacerlo. –
- Si Madre Ortiz…- Responde Annie e intenta arrodillarse.
- No mi amor, de pie. – Dice, y la permite pararse. Annie intenta sobarse desesperadamente pero es imposible con su disfraz. Acomoda las orejas de este hacia detrás de su nuca y espera mirando al rincón.
Con annie castigada mirando a la pared, Ortiz se ducha, se cambia y luego arregla el desorden, cambiándola de rincón en rincón mientras se encarga de secar todo el desorden que hicieron. Mientras, con su cola hirviendo y el ridículo mameluco, Annie es paseada por cada rincón de la casa, llorando y escuchando la fuerte tormenta afuera. No le molestaba tanto haber hecho lo que hizo, pero si hacer preocupar a Ortiz. Su corazón dolia tanto como su cola en ese momento.
Era tierno ver a Annie en su rincón mientras limpiaba su desorden. La chica emanaba un aire de arrepentimiento , de conejita castigada tan grande… La paseo por los rincones de cada habitacion mientras pasaba el trapo, secaba el enchastre y ponía a secar sus ropas empapadas. Al terminar, fue hacia ella y la abrazo.
- Suficiente castigo conejita- Dijo Ortiz. Abrazo a Annie por las espalda y la volteo. Vio su cara llena de lagrimas y de incomodidad y la abrazo.
- Perdooon, lo siento, no lo vuelvo a hacer!!!! – lloro de vuelta Annie abrazándola.
- No te preocupes bebe. Ya cumpliste. – dijo limpiándole las lagrimas. Luego de mimos y abrazos, la solto. Annie fue a la ventana y vio como la fuerte tormenta azotaba el lugar. Ortiz pudo notar la gran incomodidad que sentía, constantemente intentaba sobarse su pobre trasero en vano. En un momento, se corta la luz, y Ortiz tiene que poner velas. Pero Annie no puede ayudarla en nada. El disfraz estaba muy mal hecho, y tenia guantes incluidos. Esto hacia que annie tenga dificultades hasta para abrir una puerta.
“Cuando se seque tu uniforme te lo pondrás de vuelta. No estarías en esta situación si te hubieras portado bien desde el principio.” Decia Ortiz siempre que Annie protestaba al respecto. Ortiz no tenia mayores problemas, la tierna y adorable annie necesitaba ayuda hasta para comer. Con su colita hirviendo estaba mucho mas sensible, dócil y cariñosa. Por eso se dejaba dar de comer en la boca.
- Por que bailas asi? – Se rio Ortiz viéndola.
- N-Necesito ir al baño!! Pero no puedo quitármelo. Me ayuda Madre Ortiz por favor?
- Ya te dije que podias llamarme mami Ortiz. Vamos conejita. –
Luego de un largo proceso, le quito el disfraz, Annie hizo sus necesidades y luego se lo volvió a poner. Esto se repitió cada vez que ella quería ir al baño.
Finalmente, fue la hora de irse a dormir. Sin embargo Annie no podia conciliar el sueño, y repentinamente empezó a llorar.
- Que pasa bebita? Te duele tu cola y no podes dormir?
- No puedo dormir sin mi peluche…. Y… Extraño…- Dijo llorosa Annie.

- Awww… pobrecita. No te preocupes. Dormimos juntas. – Le ordeno. Abrazandola, se metio con ella a la cama y ambas durmieron abrazadas.

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