martes, 13 de enero de 2015

Capaz empiece a escribir istorias de terror (?)

Bueno, como a tanta ente le dio miedo la anterior istoria (y esa fue la intencion) Wiiiii, la continue!!! Para que sepan, por que tanto el miedo a "El rincon de la niñita traviesa".

givin up.
Ese día, me desperté un poco más temprano que de costumbre. Ire un poco en mi cuna, hasta que se me paso el sueño, y me levante. Juque un poco para distraerme, en lo que… bueno, mama venia por mí. Pero ya se estaba tardando mucho. Y comencé a ponerme de mal humor. Mi comportamiento infantil, se había apoderado de mí, así que… supongo que era lógico. Después de todo, era mi vida normal, hace como 4 meses. Suspire, y tome los barrotes de madera de la cuna como si fuera una jaula. Intente salir de la cuna… Pero era alta, casi de mi altura. Lo cual no era tan difícil, ya que solo media 1.51. A veces me preguntaba como hacia mi mama, para sacarme tan fácilmente. Hice un poco mas de fuerza, dándome cuenta, que si me estiraba, posiblemente llegaría. “Pero si mama llegaba, y me veía fuera de mi cuna…” pensé, y observe mi pesadilla. “El rincón de la niñita traviesa”, leí en el pizarrón. Me senté haciendo un puchero, y abrazando uno de mis peluches. Y en cada movimiento, me veía a mí misma. Pijama súper infantil, cuna, peluches, habitación, rincón horrible. Había días, en los que sencillamente, me metía en mi roll, jugaba inocentemente, me dejaba consentir, y era una niña buena. Había días, como este, en donde me sentía absolutamente ridícula. Y lo peor de todo, es que ese estúpido rincón, me obligaba a ser un angel. Lo odiaba. Me recosté, y suspire, esperando que vena, y me saque de mi prisión. Obvio, a oscuras, porque no me anime a salir de mi cuna, y prender la luz. Finalmente, se abrió la puerta, y escuche, a la voz melosa de mi mama, hablarme.
-          Buenos días bebita preciosa!!- Exclamo.
-          … Buenos días..- dije, sobándome los ojos, por la luz.
-          Arribaaaaaaa! Vamos a darle un buen desayuno.
Me alzo, con la facilidad de siempre, y empezamos a ir al comedor, y a la odiosa silla alta. Me moví un poquito, protestando en el camino. Odiaba este tipo de humillaciones. Capaz, me había acostumbrado a obedecer por miedo, pero continuaba odiándolas.
-          No no, nada de berrinches.-
-          Mamiiiiiii, porque siempre-
-          Ey!- Dijo, y me izo ver el rincón. – Si queras ser una niñita traviesa, podemos…-
-          No… porfa, me voy a portar bien- Suplique. Ella nunca hacia amenazas vacías. Y amaba tanto castigarme como consentirme.
Me tomo de la cintura, y me dio, como 20 nalgadas, que mi pijama, por cierto, no soporta tanto. Patalee, y termine en la silla alta. Ella, cerro la mesa de la silla alrededor de mi y dijo: hoy mi bebe, parece que anda traviesita no? No sea cosa, que tena que refrescar su memoria.
-          N-No mami…- Suplique. Una nalgueada suya era sinónimo de llorar. Y moría de miedo, de ser mandada al rincón. Desde mi silla lo veía, y suspire resinada, sabiendo lo que venía. Ya me había preparado comida, obvio, especial para “niñitas pequeñas”. Y se acerco con ella, el platón de leche con cereal, y mi asqueroso y estúpido babero. Todos los días era igual, pero como repito, este día no estaba de humor. Y nunca me gusto!
Ice puchero, y proteste un poco, aunque aprisionada en esa silla, mientras me poni el babero.
Luego, tomando un poco del cereal, con la cucara, dijo la frase, que ella amaba y yo odiaba. – Aquí viene el avión…-
Que puede ser más cursi, negué con mi cabeza, y dijo: Queres ser rebelde? Si preferís la cucara del rincón de las niñitas traviesas…
-          N-no mami!- Exclame asustada.
-          Por que andas siendo una niñita traviesa, y capaz necesites ir…-
-          No, no, me porto bien…- Suspire, y con esto de desagrado, abrí la boca. Vi como ella sonriente, me daba el primer cucaron. – Otro bebe, hasta terminarlo.-
Suspire, y me deje alimentar hasta que el tazón se termino. Naturalmente, mi cara quedo un poco mancada. Cosa que odio, porque me da asco. Pero mis brazos, estaban dentro de la silla, y no alcanzaba mi cara ya que la mesa me estorbaba. Y como siempre, le encantaba dejarme ahí atrapada, hasta que terminara de ordenar todo, y tuviera tiempo como para llevarme a cambiar. Pensé en hacer un berrinche, pero la vista del rincón me espantaba. Quizá sea exagerada, pero para mí, era algo muy doloroso y humillante. Y evitaba a toda costa.
Finalmente, vino por mí, y me limpio mi cara, saco el babero, y me llevo a la habitación.
Mientras me dejaba en mi cuna, elegía en mi armario, como vestirme. Era algo que le encantaba, y hacia diario. Yo esperaba normalmente jugando, pero ese día estaba de mal humor.
Hasta que saco su favorito.
-          Mami…-
-          Si bebe?- Dijo ella.
Me quede cabizbaja haciendo puchero, y abrazando mi oso. Era un vestidito que me había confeccionado hace poco. Ella lo amaba y afirmo mil veces que era su favorito, pero para mí era un asco. Era ridículamente infantil, con un estampado de conejitos al final del vestido. Blanco, con cuellito rosa ,  un moño blanco en el cuello, y un delantal rosa, con un dibujo de 2 conejos. 

(si, siempre son los mismos :B )

Era… Pero sabía, que si protestaba, terminaría llorando luego de una buena nalgueada. Venia aceptando sus gustos, desde que invento esta estúpida regla, sentía miedo, pero sentía aun más vergüenza. Busco en mi armario, una bombacha blanca con un dibujo de conejito en la cola, que izo exclusivamente, para este vestido, y sonriente tomo dos hebillas de conejos, y dijo: “A vestirte!!”
Suspire, sonrojada y cabizbaja. Quería protestar, pero no me animaba. Se acerco a mí, y comenzó a desvestirme. Me puso mi camiseta, pero empecé a molestarme apenas me puso mi bombacha.
-          Vamos, se una nena buena, vamos.-
Me cruce de brazos con un puchero, y observe de reojo el rincón. De mala ana, estire mis piernas, dejándola ponérmela. Suspire, y me deje poner las calcetas también. Tomo el vestido, y se acerco a mí con una sonrisa de oreja a oreja. Me cruce de brazos nuevamente con un puchero.
-          Vamos bebe, no aas berrinche.- Insistió nuevamente ella. Continúe cruzada de brazos, y me dio una nalgada, aprovechando que estaba en ropa interior, salte, tomando mi cola, y vi nuevamente el rincón.
-          Hoy andas traviesita, queras que lo cure.
Dije: N…No…- Suspirando, vi el ridículo vestido, y vi el rincón. Di un pisotón, y estire los brazos. Me lo puso, abotono mis botones, y tara! Ya era la niña conejo. Me apretó las mejillas, diciendo lo hermosa que me veía, pero avergonzada y molesta, di un pisotón. Y ella me dio un tirón de oreja.
-          Espero que no quieras dar problemas hoy.- Me advirtió . Me cruce de brazos cabizbaja, y al hacerlo, veía mi delantal rosa, con dibujitos, y como el vestido apenas me tapaba. El cuello me picaba, me apretaba, y ese cuello bebe rosa… se veía tan… tan…
Me puso mis zapatos, y tomo mi cepillo. Una niña normal se asustaría al verlo, pero yo sabía que era solo para peinarme, así que continúe cruzada de brazos, y haciendo puchero. Ella llego con él, y comenzó a cepillarme el pelo.
-          Hoy anda enojadita?- Pregunto, pero no respondí. Ella sabe que odio que empiece a vestirme así.
Me izo la primera coleta, y pegue un rito.
-          Nena!-
-          DUELE!- Me queje.
Sin embargo, se encaro de hacerla bien ajustada.  Mientras me hacia la otra, rite “AYYYYYYY” mas por coraje, que por dolor. Y ahí paso a tomarme mi oreja.
-          Se acabo jovencita!- Exclamo, y en un instante, termine en sus piernas. Sabía lo que significaba una nalgueada de mi mami, así que comencé a patalear.
-          N-No.. N-no…- Suplique. Más que nada, porque odio cuando me castigan.
-          Andas muy berrinchuda, y sabes que NO tolero eso. Entonces, si vas a estar así todo el día, es mejor que te de un adelanto.- Dijo. Y la lluvia de nalgadas comenzó a caer. A la tercera, comencé a llorar y a prometer ser niña buena.
-          Pero parece, que cierta señorita, hoy quiere portarse muy mal. Y ya que es tan traviesita, capaz necesite ir a su rincón- Aclaro. Me dio pánico, y mis suplicas aumentaron.
-          Nooo, no mami, no , me porto bien, porfi, no oo, no necesito rincón, noo- Dijo, con esa desesperación tan típica, que te da cuando te calientan la cola. Continuo nalgueándome un rato, mientras me amenazaba, y yo continúe llorando. Me levanto, me abrazo, y dijo: ahora, voy a tener que peinarte toda de  vuelta.
Yo continuaba llorando, cabizbaja.
-          N-No… mami… no me mandes al rincón… n-No…- Suplicaba.
-          Voy a ver, voy a ver. Hoy vendrá mi amigo, y no quiero pasar vergüenza. Capaz lo mejor sea mandarte a tu rincón por adelantado. –
-          N-No mami…- suplique, mientras sentía una de mis coletas bien ajustadas hacerse.
-          Dije que voy a ver, mami se encara de tu disciplina, vos no. Pórtate bien y capaz te salvas.-
-          S-Si… Lo siento…wa…- Solloce. Y sentí la otra terminar de hacerse.
-          Vamos! Ya estas lista, a lavarse la cara. En 2 horas es tu almuerzo, así que podes jugar. – Dijo ella, y normalmente, ueo de eso, va a su taller. Fui al baño, el cual, era normal y estaba a mi altura. Y me lave la cara de las lágrimas. Ahí vi lo ridícula que me veía, y vi cara sonrojarse al verme. Me fui al comedor cabizbaja, y resinada, sobando mi cola. No se si en verdad ardía tanto, o solo yo era escandalosa. Me quede jugando, con mis juguetes que tenia ahí, y observaba el rincón, pensando que debía portarme bien, o me tocaría ese castigo. Llego la hora del almuerzo, y con mucha vergüenza, me deje llevar a mi silla, poner mi babero, y dar de comer. Mientras lo hacía, me preguntaba cómo no le cansaba, hacer lo mismo todos los días. Pero el ardor de mis pompis me motivaba a no querer continuarme portando mal.
-          Que linda nena- Celebraba mi mama, mientras me daba de comer. – qué bonita nena!-
Yo aun sequia molesta, pero no quería el odioso rincón. Con mis nalgadas normales lloraba un poco, pero con el rincón, toda la maldita ora.
Luego de, limpiar todo como siempre, me saco de mi silla prisión, y pude pisar el suelo.
Tener que comer así, me quito el poco tiempo de buen humor que tuve. Y ya no estaba acongojada por la nalgueada. Así que ni anas de jugar tenia. Solo me recosté en el sillón, esperando a que el día termine, porque ni televisión tenia, ya que obvio, mami me había blockeado los canales.
De repente, tocan el timbre, y yo me levante. Me daba vergüenza que me vieran así, y cuando ella fue a atender, pregunte si podía ir a mi habitación.
-          No, te quedas donde pueda verte, no quiero que te pase nada.
-          P-Pero mami! No me va a pasar nada.
-          Ahora no bebe, hace caso.- Dijo.
El “hace caso” me asusto, y decidí obedecer, intente esconderme un poco detrás de sillón, pero cuando el hombre entro, revolvió mi pelo, y continuo ablando con mi mama, prácticamente ignorándome.
Luego vi que se las ingeniaron, entre los 2, para traer una gran caja.
La puerta, era grande, así que no costo tanto entrarla, y había mucho espacio en el comedor. Así que, finalmente la entraron. Y sacaron… adivinen. No lo podía creer. Un gigantesco corralito.
-          Ayúdame a ponerlo aquí, así puedo verlo mientras trabajo.
-          E-Eso?- Pregunte, asombrada.
-          Es tu nuevo corralito, decile gracias al señor.- Comento .
-          P-Pero… Es..- Dije, sorprendida.
Obvio, era enorme, y pensado, para una bebe de un metro 51. Era como una jaula. Vi meter mis juguetes adentro, y enseguida me tomo de los brazos. Me queje y patalee.
-          Noooo- Proteste. – No pienso estar en un corralito!- Exclame.
El señor izo un silencio, y mi mama agarro bien fuerte mi oreja. Lentamente, vi a donde me llevaba.
-          Se acabo señorita, es hora de que visite su rincón. Alberto, si queras, anda llendo y luego te pago.
-          No te preocupes- dijo el señor, despreocupado.
Mientras me arrastraba, veía la enorme paleta, y el enrabado en la silla “Niñita en penitencia”.
-          Mami… pero ay alguien, porfis! No!!-
-          Sabes por qué no tenes que portarte mal frente a la ente, no lo aprendiste la ultima vez?- dijo.
Tape mi cola, y tome mi oreja con una mano, al ver que ya estábamos al lado del rincón.
-          No mami, perdón perdón!!!- Dije, mire de reojo el corral, y luego el rincón, en frente mío. Pensé “Tan malo no es” y dije: Por favor, ao caso, por favor, me porte bien, dijiste que si me portaba bien.
Pero enseguida, me inclino, agarrándome fuertemente con una mano, y aprisionando mis brazos. Intente moverme y esquivar. Mi vestido era tan corto que no necesitaba levantármelo, y sentí la madera de la paleta, apoyarse en mi pobre cola.
-          Recién, estaba loca, pero ahora pedís perdón, prometes portarte bien, y decís que vas a “usarlo”.-
-          No…- Suspire, llorando por la anticipación. El primer paletazo cayó  y me izo saltar.
-          Parece que te olvidaste que soy tu mama, y vas a hacer lo que yo día.- Dijo dándome otro azote, rite, emi, patalee, pero naturalmente, me tenia agarrada bien fuerte.
-          Si te mande a hacer un corralito, es por que no quiero que te metas en problemas mientras trabajo.  Vas a tener tus juguetes ahí, y vas a estar cerca de la televisión. Y si queras ir al baño me llamas- Ordeno, y me dio otro paletazo. Yo comencé a llorar a viva voz, suplicando, prometiendo portarme bien y… bueno… todo lo que dio siempre que me calentaban la cola.
-          Siiii mami perdón waAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaa- rite, y para cuando llego el vigésimo paletazo, yo solo pataleaba, lloraba, y saltaba, balbuceando palabras que ni yo entendía. Me soltó y me tome la cola, saltando en el lugar, parándome y aacandome. Normalmente me sentiría muy ridícula por hacerlo, mas en frente de alguien, pero dolía tanto que no me importaba. Seguro parecía una payasa, vestida así y dando tantos saltos. Me abrazo, acariciando mi pelo y diciendo su típico: Ya ya…
Me tranquilice un poquito, y me dio una tiza: Lo llenas de “Las niñas buenas no damos problemas”. Luego de eso te sentas, y esperas a que te llame.
-          S-Si mami…- Dije llorando. Y me pare frente al pizarrón. No sabía si limpiar mis lágrimas, o sobar mi cola. La sentía arder intensamente, pero debía concentrarme en mis líneas.
A veces frenaba, para llorar, o para sobarme. Mi cola punzaba más y más, y de reojo, podía ver que se había comenzado a inflamar un poquito, ya que mi bombacha me quedaba diferente. Ire, y sentí mucha vergüenza, al ver que mi mama y el señor, me veían como una televisión, de vez en cuando, mientras  platicaban entre ellos. Mi mama me izo el esto de “continua” y yo, muerta de vergüenza, obedecí. Me tomo un tiempo, pero llene el pizarrón, luego vi la sillita, y el engrave “Niñita en penitencia”, ire de reojo, a ver si continuaban viéndome. Y me senté, avergonzada, sintiendo el ardor, concentrarse y crecer en mis pompis. Continúe llorando, y no sé cuánto tiempo abra pasado. Una vez que empiezo a llorar no paro, y me sentía muy castigada. Molesta por el eco de tener que obedecer a la fuerza, pero a vez, triste por decepcionar a mi mami, y tener que estar en penitencia. Mis 2 lados, se peleaban, y ganaba el lado infantil, que no quería más castigos, y solo estar con su mama. Mi llanto se prolongo, hasta que sentí sus manos, apoyarse en mis hombros, y preguntándome: Aprendió su lección.
-          S-Si mami… waaaa…-Conteste llorando. Me ayudo a pararme, y me sentó en sus piernas, me apapacho hasta que el señor se fue. Y cuando lo izo, me metió en el corral.
Obedecí, sin chistar, el dolor de pompis prometía permanecer unos días, efectos secundarios de mi odiado rincón.

-          Sé que lo odias, pero así yo me siento más segura de que no te pase nada. Te dejo tus dibujitos prendidos en la tele, y ahí tenes una mantita por si te da noni. – Dijo contenta, y sin preocupaciones, se fue a su taller. De lejos la veía observarme, de vez en vez. Tome uno de mis peluches, me recosté en la mantita, y sobándome la cola, me resine a que ahora también tenía un nuevo corral.

miércoles, 7 de enero de 2015

Obsecion.

 Y como saben, a veces me viene la inspiracion. Pero entre todas las cosas, que me mantienen alejado, de mi pobre blo, ay una que es fundamental: No me anda bien el teclado, y escribo para el... tuje.

Asi que, sepan disculpar las molestas ocasionadas, este texto esta lo mas prolijo que el autocorrector puede:


Obsesión.

La conocí por internet. Era una señora mayor, de unos 50 años. Yo era una cica pequeña, de solo 19. Media 1.51 y pesaba 45 kilos. Le gustaba el aeplay, según ella. Como a mí, supuse yo. Siempre, además de ser spankee, fui muy infantil. Me gustaban secretamente, los vestidos de niña, y esos adorables pijamas enterizos. Cuando supe que sabia alta costura, me ilusione absolutamente. Rogué rogué rogué, y en poco me adopto, y me volví su hija. La conversación se prolongo por meses, y casi un año. Me quede sin trabajo, y perdí mi novio, así que enfadada, decidí aceptar la invitación de mi mama adoptiva, que venia siguiéndome por meses.
Después de todo, era el sueño de toda spankee: Ropa, nalgadas, y una mama estricta.
Luego de un largo viaje llegue, y al verla…. Note que debía medir como un metro 88. Y sin ofender, estaba excedida de peso. Me alzo al igual que una muñeca, y me abrazo. Sentí la presión de su cuerpo, y riéndome, me deje abrazar.
Mientras me llevo en el auto a la casa, y hablaba con ella, sentí que era la mama cariñosa que yo conocía. Me presumía de los regalos que me iba a hacer y la comida, y esto, y el otro. Y yo solo sonreía como bobalicona. Para entonces ya tenía 20 años.
Llegamos a la casa al final, y entro apresurada a lo que parecía, era s taller. Salió con un vestido rosa de niña precioso. Yo salte de alegría, preguntando si podía usarlo, a lo cual ella dijo que sí. Fui al baño, y me cambie de ropa. Y volví, haciéndome la niñita inocente. De repente, ella se acerco al lado mío, y me sentí una niñita inocente.
Ella invento un guion de la nada, y luego, me tomo del brazo, y como una niña pequeña, me recostó en sus piernas, y me nalgueo. La verdad, mi primera y última nalgueada la había recibido de mi papa, a los 6. Y fue exactamente así. Mi fantasía se cumplió al instante, y todas mis emociones se revolucionaron. Minutos luego, solloce en el rincón (siempre fui de llorar fácilmente) minutos más tarde, fui apapachada en las piernas de mi nueva mama. Ella, luego, procedió a peinarme, con dos grandes listones rosas. Y como rolleabamos por internet, yo me queje, y ella me amenazo con nalguearme de vuelta.
Termine fascinada, aunque mi vestido, seuro no combinaba con mis zapatos. Ni con mis pantaletas. Eran unas blancas, normales. De la mano, me llevo a mi futura habitación. Me sorprendí al ver, que era rosa, blanca y lila. Como la de una niña pequeña. Con estampado de osos y unicornios. Bastante amplia.
-          T-Tenias preparado esto para mí?
La señora, puso un rostro de tristeza enorme y dijo:  Perdí… una hija, Me adelante demasiado con los preparativos…
Compartiendo su tristeza, la abrace  y le dije: Me tienes a mí.
Ella me abrazo con mucha fuerza, y me dijo: Te dejo ordenar tus cosas.
Yo, feliz de la vida, las ordene. Puse  mis manos en mi cola, sintiendo el delicioso calorcito con el que soñé desde los 6. Y pensé que iba a vivir feliz para siempre. El día continuo normal, hasta que al otro día, me volví a poner el vestido rosa, planeando usarlo hasta que sea apestoso.
Llegue con ella, y me dijo: Toma, cámbiate de pantaleta.
La revise, y era una hermosa bombacita blanca, con un osito marron en la cola. Siempre había soñado con uno de esos, así que con mucha alegría, se lo agradecí. Me cambie de ropa interior al instante, y continúe con esa ropa durante el resto del día. Cuando procuraba, ir a conocer el pueblo, ella me insistía con que era peligroso, así que hice caso y me quede. De vez en cuando, le hacía aluna travesura, solo para patalear un poco en sus piernas. Mi cola, era sensible, y me encantaba llorar como una niña pequeña, aunque por dentro la excitación me revolucionara.
Siempre quedaba lagrimeando, y luego ella me consentía.
Siguieron los días, y disfrute de vuelta, tener una mama que sepa alta costura, cuando a los 4 días, me izo un precioso pijama enterizo. Siempre había soñado con uno así, y le prometí usarlo siempre para dormir. Claro, naturalmente, cambie a ropa normal, ya que el vestido rosa estaba todo arruado. El fin de semana, fue aburrido, pero para el lunes, ya tenía, 2 vestidos mas, y como 5 pantaletas nuevas, todas con dibujo distinto. Me sentí como niña en juguetería, y por insistencia propia, termine vestida así. Realmente me encantaba, saque todo mi lado infantil, juque, ize travesuras, y obtuve las consecuencias. Parecía perfecto.
Hasta que comenzaron las reglas. Recuerdo, que yo estaba con un vestido celeste, y mis trenzas con listones, cuando vi a la enorme mujer, acercarse y decirme: Bueno, ahora que ya tienes ropa, comenzaremos con las reglas, si vas a ser una niña, necesitas tus reglas.
-          Si mami- respondí, las reglas las teníamos en nuestro rolleo también.
-          Y por eso, te tengo un regalo,- Dijo ella, y aco unas hermosas Guillermina. – Te ice también estos soquetes.-
-          Gracias mami!!- Exclame. Eran geniales, geniales! Me cambie de calzado, y dijo:
-          Primera regla: Las niñas usan ropa de niña, no de adulta.
-          Si!- Dije, sin importar, ya que en realidad la ropa me encantaba.
-          Segunda regla: Las nenas siempre obedecen a su  mami.
-          Tiii!! – Dije infantilizando la voz. – Si no nos dan cas cas en la colita L- Dije con un puchero.
-          Tercera: Las nenas, van a comer a la hora indicada!-
-          Si!
-          Y cuarto, a las 8 te despertas, a las 8 pm te vas a dormir.
Esa regla no me gusto tanto…
-          Entendido?
-          ….- me quede con cara de poca simpatia.
-          Bueno, vamos a recordarte, que pasa!-
-          No…- Proteste. Y fui mi primer nalgueado que no fue forzada. Patalee, e intente escaparme. Pero solo logre terminar llorando en el rincón y sobándome la cola. Nunca me sentí tan estúpida, castigada igual que una bebe! Llore un largo rato, y cuando volví, me espero ella diciendo: - Segunda regla?-
-          No me acuerdo…- Proteste con un puchero, y sobándome mi adolorida colita.
-          Hace memoria o te doy de vuelta.
Un poco asustada, ya que esta vez NO quería ser nalgueada, pero razonar con spankers, casi siempre era muy difícil dije:  e… Las… niñas debemos obedecer…-
-          Muy bien! Podes ir a jugar.
Me fui protestando para mis adentros, “las niñas” me queje. Lo que me fascinaba, pasó a molestarme, pero cuando dejo de molestarme, paso a fascinarme de vuelta. Y aunque recibí, otra nalgueada, antes de dormirme, por protestar por el horario, las reglas eran comunes dentro de la vida spanko. Así que no me queje tanto.
Al otro día, la rareza, comenzó a multiplicarse. Mi nueva mama, quizo bañarme, proteste, y me bañe con la cola roja y llorando. Mi nueva mama quizo vestirme, peinarme, me llevo a la sala, me izo un babero, me lo puso y me dio de comer en la boca. Todo eso era sumamente vergonzoso, pero… un poco bien se sentía, ser tan consentida. Y luego juque como si nada. Al otro día continúe igual, hasta que vi, que me había eco, una nueva prenda infantil. Feliz, olvide las reglas ridículas y molestas. Tarde o temprano, me acostumbre a ser su hija, y ella repetía, varias veces, que yo era la hija que dios no le había dado. Y que tenía 5 años. Pero bueno, me consentía tanto, que no me molestaba. Y quizá por mi personalidad, también me gustaba. Reconozco, que en ese momento, debí haberme percatado. Ella era muy obsesiva conmigo, mis horarios de comida, de irme a dormir, etcétera, los sequia religiosamente. En su tiempo libre, me confeccionaba ropa. Y para el mes, tenía guardarropa completo. Pantaletas con todos los motivos, y dibujos existentes. Unas de ello kitty con días de la semana,  2 pijamas enterizos. Como 5 vestiditos de niña. 2 jardineritos, 1 jumper, 3 playeras infantiles, 3 faldas. Y una hija tonta, que se había acostumbrado a sus reglas, a las consecuencias, y a los peinados apretados. Y en ese momento, creo que cometí un error. Yo había eco una travesura, y la estaba pagando sobre sus piernas.  Fui al rincón, y cuando volví, me sentó en sus piernas. Yo lloraba, como siempre.  Mi cola no aguantaba tanto, así que raramente me nalgueaba por las reglas, solo por aluna travesura, que yo sabía que luego me nalguearía. Creo que soy muy sumisa, y obedecerla, se me izo muy fácil. Pero mientras me apapachaba, y yo lloraba. Ella me dijo: Ya ya, serás mi bebita para siempre?
-          Si mami.
-          En serio?- Pregunto mas seriamente.
-          En serio mami! Soy tu bebita, lo seré siempre, y no voy a cambiarlo por nada!. – Exclame. Lo sentí, como un acto de cariño normal. Pero ella me abrazo fuerte, puso su cara contra mi cabeza. Y dijo, llorosamente: gracias…
Estuvimos un tiempo así, yo, sintiéndome rara. Luego dijo: Bueno, esconderé toda tu ropa adulta, ya que las bebes no la necesitan.
-          Jajajaja… - Me rei. Bueno, nunca creí que todo se complique tanto.
A la noche, me aviso que iban a visitar sus amigas. Fui a mi habitación a buscarme ropa, y note que ya no tenía. Busque a la señora y le dije: Mami… y mi ropa?
-          Toda tu ropa esta ahí.
-          La ropa normal, la que traje antes de venir.
-          Te dije que la escondí bebe.
-          Pero!- Dije yo, sorprendida.
-          Pero que? Esa ropa te quedaba mal, una niña tan tierna vestida así. –
Le seguí la corriente, y dije: Pero mami, hoy vienen tus visitas.
-          Si, y estoy entusiasmada de mostrarles a mi hijita.
Me puse roja de vergüenza, pero ella reacciono normalmente.
-          Creo que voy a ponerte bien linda, para cuando lleguen. Igual solo van a verte una hora, ya que a las 8 a dormir.-
Suspire resinada, y en unos 30 minutos, me tenia arreglada. Cuando escuche el timbre, se me puso la cara roja, y no supe donde esconderme, ella abrió la puerta, y me escondí detrás de ella, intentando tapar al menos mi ropa. Luego inventaría una excusa, y me iría. Pero el señor, al entrar, me saludo al igual que una niña pequeña. Paso lo mismo, con el resto de las visitas, y al final, termine sin querer, aprisionada en sus piernas, en medio de la charla. Parecían ignorar mi presencia, o verla naturalmente. Uno de sus amigos, era carpintero. Y menciono varias veces, que debía pedirle unos favores. No entendí bien, pero cuando comenzaron a hablar, ella dijo: Bueno, es hora de que la bebita, vaya a dormir. Me esperan? Debo cambiarla, y meterla a la cama. Aunque pronto necesitara una cuna.
-          C-Cuna? Pense yo en voz alta.
Ellos se rieron, y luego mi nueva mama me obligo a saludar a todos con un beso en la mejilla. Y así, termine en pijama enterizo, esperando el nuevo día.
La semana, continuo con normalidad. Ella me izo un nuevo vestido, pero ese no me gusto tanto. Era mucho más infantil que los anteriores, con estampado, y dibujos. Y se veía muy infantil. Dejándome llevar por mi actitud infantil, hice un berrinche que resulto en terminar usándolo, con mi cola roja. Y para mi desfortuna, izo como 3 más, del mismo estilo. De a poco, mi guardarropa se volvió mucho más infantil también. Hasta que llego mi máxima sorpresa. Mi pijama, ya parecía de bebe, con estampados, y dibujitos. Y también, me habían dado por ese berrinche. Esas 2 semanas, todos mis berrinches y castigos, fueron por la renovación de mi guardarropa. La obsesión de mi mama, era tal que ya combinaba vestidito, con bombacha, con hebillas. Y me veía como payasa de circo. Pero para mi sorpresa, vi al amigo carpintero, entrar junto a otro hombre, quien me ignoro completamente. Y los vi, sacar mi cama de la habitación.
-          Mami, que pasa!- Pregunte.
-          Nada, seguí tomando tu lechita- Dijo como siempre.
Supuse, que capaz seria una cama nueva, y tome mi leche. Pero cuando mi mama llevo a cambiarme, vi que era una cuna.
-          Tara!! Te gusta?- Pregunto ella, súper contenta.
La vi… con cierto terror.
-          Que pasa, no te gusta?- Pregunto.
-          Es… bonita.- Dije, un poco aterrada. – aunque… no creo que pueda entrar y salir fácilmente.-
-          Crees que no?- Pensó ella. Y alzándome, me metió en l cuna. Metió mis peluches en ella, y dijo: Ves, ya está preparada, y lista para usarse.
-          N… Prefiero mi cama…- Dije yo.
-          Regla numero 2?-Ordeno ella, como solía hacer siempre.
-          Mami… yo no soy una bebe, esto no lo aviamos arreglado.
-          Si lo sos, prometiste ser mi bebita por siempre.
Me acorde de la frase. Y dije.
-          No me refería…. A ….
-          Regla numero 2. Decila ya, o uso tu método para refrescar la memoria.
Odio ser nalgueada como castigo. Así que dije, molesta.
-          Las niñas buenas obedecen a mami.-
-          Muy bien, disfruta tu nueva cuna, mientras te busco ropa.
Me quede, enjaulada, sintiéndome ridícula. Y sin embargo, aun no sospechaba  de que ella había puesto el primer barrote de mi jaula real. Aun creía, que era un juego, que tenia de vez en cuando. Hasta que en la noche, note que la cuna, literalmente se había convertido en mi cama.
Pensé que no era tan malo. Me costaba mucho salir de ella, ya que la había eco muy alta. Proteste e insulte, para mis adentros, por ser tan pequeña. Y esa semana, mi cola anduvo muy adolorida, por mis berrinches de no querer ser una bebe.
Hasta que las cosas, empeoraron. Una mañana, mi mama, me alzo de la cuna, y me llevo al comedor. Estaba dormida, así que no me di cuenta, y al llegar, note que había eco una silla alta. Patalee, y me queje.
No, no ,no ¡! Esto ya es el colmo, es muy exajerado.
-          Bebe hace caso por favor.
-          Nooo!!- Me queje. Pero ella, lo vio como una rabieta. Y lo soluciono igual que todas mis rabietas. Al instante, estaba en sus piernas, pataleando y prometiendo portarme bien. Y portarme bien, supuso, dejarme meter en la ridícula silla alta, ponerme el babero, y comer de la boca. Cuando se me paso el dolor, y el llanto, continuaba enfadada, prometiéndome vengarme. Pero lamentablemente, luego de comer, tuve que ir al rincón, hasta tranquilizarme.
Ahí fue cuando de a poco, sentí que la cosa se estaba descontrolando.  Continúe esperando en el maldito rincón, hasta que escuche a mi mama decir.
-          Mi niñita anda muy rebelde. Pero acabo de hacer una llamada, y ya tienen todo listo. Ahora vamos a cambiarte.-
Me llevo a mi habitación, vistiéndome con otros de los vestidos tontos y ridículos. Y me dio otra nalgueada, por un pisotón de coraje que di, al ver como todas mis peticiones, eran considerados rabietas, y solo me dejaban la cola más roja.
Paso un poco la tarde, y yo no estaba muy contenta que digamos. Tuve otro problema a la hora de comer, y otra nalgueada, y otra vez lágrimas. Mi cola ya ardía mucho, y yo no estaba de buen humor. No me gustaba ya este juego, y me sentía muy molesta.
Hasta que llego alguien y escuche que era la voz del carpintero.
Se me acerco  a mí y dijo: Como tú disciplina, parece no funcionar, vamos a incorporar algo, que te va a volver mucho más obediente. Me llevo a la mesa. Y vi, 3 sillas, como de niña pequeña. 3 pizarrones, también infantiles y pequeños. Y … 3 horribles instrumentos. Mis ojos se dilataron y dije: NO mami no….-
Pero ella me dijo: Nop, mira lo que dice en el pizarrón.
“rincón de la niñita traviesa”. Leí, que estaba escrito en cursiva. Y ahí conocí mi peor pesadilla.
-          Este, lo vamos a poner, en la cocina. – Dijo ella. Me llevo al rincón, coloco la silla de niña ahí. Note que en el respaldo, tenia gravado “Niñita en penitencia”.  Tomo un clavo, y lo coloco en el rincón.  Luego colo, el pizarrón de un lado, el cual incluía tizas, y tenía el suficiente espacio. Calculo la altura conmigo un par de veces. Y lo termino de colocar. Uno de los instrumentos, era una cucara de madera con un aujero. – Si crees que la mano de mami duele, espera a esto. Así quitaremos todos tus berrinches, a la hora de comer.
Realmente, me aterraba su nueva idea. Pero sabía que cuestionarla, iba a decirle que quería estrenarla.
Luego me llevo a la sala de estar, e izo lo mismo, colocando en el rincón más visible, la Sillita, el pizarrón, y en esta ocasión, una paleta.
-          Por si aluna vez, se te ocurre hacerme quedar mal en frente de visitas, yo te are pasar vergüenza frente a ellas.
Y luego fuimos a mi habitación, donde repitió lo mismo, salvo que en esta ocasión, colo una vara de corrección, que tenía inscripto: La disciplina otorga sabiduría.
Espero que esa lección, la tenas rabada en tu memoria, el comienzo de cada día.
Ya asustada, tome valor, e intente cambiar la situación.
-          Mami… esto… ya se está saliendo de control.
-          Por que bebe?
-          Ya… me nalgueaste 3 veces hoy.
-          Porque no dejas de hacer berrinches princesa.-
-          Y… esos instrumentos… eso se ve…-
-          Solo es un recordatorio, de que le pasa a las niñitas traviesas. Y solo iras ahí cuando seas una.
-          Esto ya me está asustando…
-          No tenas miedo, es lo que todas las niñas necesitan, disciplina. Y por cierto. – Dijo, y note que de la mano, me llevaba a la cocina.
-          Acaso crees que está bien, hacer una rabieta siempre que sea la hora de comer?-
Mis ojos se dilataron al ver cómo me llevaba al rincón.
-          Mami… es que odio esa silla.-
-          Segunda regla? Cuál es?.
-          Las… niñitas debemos obedecer. Pero por favor…-
-          Por favor nada.- dijo y tomo la cucara. Yo, lloro fácil, como siempre, y comencé a hacerlo.
-          Nooo… por favor…-
-          Te daré un buen recordatorio. Luego llenaras el pizarrón con tu segunda regla, y te quedaras sentadita ahí, hasta que te llame, está claro.
-          S…-Si mami..- dije limpiándome las lagrimas.
Me tomo de la cintura, y comenzaron a caer los azotes. No necesito levantarme mi vestido, ya ardía de sobremanera, patalee, y me sacudí intentando escaparme, pero solo logre agitarme mas. Me tense, rite, llore, suplique, pero no paró hasta darme unos 100 azotes.  Me paro, me dio la tiza y dijo:  A obedecer.
Con llanto tendido, y sobándome la cola con una mano, me puse a llenar el pizarrón con líneas, hasta sentir que se me dormía la mano. Por suerte, era un pizarrón pequeño. Y luego, al finalizar, me senté en la pequeña silla, con las manos en mi cara, llorando ampliamente. Era muy incómoda por ser tan pequeña, y hacia que mis pompis ardan más, recordándome como llegue ahí, y acongojándome más. Finalmente, luego de… no se cuanto tiempo,  la escuche llegar, y luego de ver unos segundos, ayudándome a parar. – La próxima rabieta, será sin vestidito si?-
-          Si mamiiiiiiiiii lo sientooooooo waaaaaaaaa- solo llore, hipócritamente. Sin embargo, me relaje en sus brazos, y me sentí mejor. A la hora de cenar, no tuve más opción, que sumisamente, dejarme subir a la silla alta. Y a la hora de dormir, también.  Desde ese momento “El rincón de la niñita traviesa” se volvió mi máxima pesadilla.
Antes de cada rabieta, lo veía, y terminaba optando por la vergonzosa opción de obedecer.  Durante cada nalgueada, prometía portarme bien, con el miedo de tener que visitarlo. Si escapaba sin ir, intentaba hacerlo luego. Y las veces que iba, lloraba durante todo mi castigo. Se había vuelto mi peor pesadilla, y el siguiente mes, de a poco, me fue transformando en una bebe, con ese rincón como amenaza. Comencé a acostumbrarme, a obedecer, y ya ni me molestaba en ir al comedor. Ella rutinariamente, me llevaba, y me sentaba, para darme de comer.
Cuando sus amigos me vieron, ya no me molesto. La primera vez que estrene el rincón de la sala, frente a sus amigos, ni me cuestione. Solo sentí que aprendí a ser una angelita, frente a ellos. Mi ropa se volvió infantil hasta el xartasjo, pero las veces que respondí mal por usarla, me encontré en el rincón llenando el pizarrón con la regla uno. Llego al punto tal, de mandarme a hacer un corralito, donde lo lleno con mis juguetes, y me metía cuando trabajaba.  Y al final, el máximo colmo, una vez, reviso mis pantaletas, y al verlas sucias… Sí, me obligo a usar pañal. Además, de la obvia visita, que ice al “Rincón de las niñitas traviesas” como 3 veces por cada rabieta.
Empecé a creerme, que en realidad era una bebe, solo que demasiado alta. Fui al parque junto a ella y sus amigos.  Juque sin darme cuenta. La vergüenza, que al principio sentía, inmediatamente se olvidaba. E incluso, una vez, me azoto en el parque con una varita, pero todo el mundo lo vio normal. Ya estaba perdida en mi mundo y hasta sentí que hablaba mal. Pero un día, me llevo al súper con ella. Primera y última vez. Llame demasiado la atención, sentí mucha vergüenza. En medio de esa vergüenza, me llevo a un lugar de ropa infantil. Veía si había algo que había la inspiraba.  Vi un osos de peluche, que lo ame. Y ella me lo regalo con mucha dulzura. Lo abrace, con mucha fuerza, y no me desprendí de él, ni para dormir. Al otro día, me desperté, con mi oso, mi pijama, mi cuna, y mi famoso rincón. Me cupe el dedo, como había tomado de costumbre hace poco, esperando que me pase a buscar para desayunar. Y asta en el fondo, deseaba que me ponga pañal, porque me daba flojera ir al baño. Pero luego, me autocuestione, en lo que me convertí. Una cosa, era  cumplir una fantasía, otra cosa, era vivirla. Pero yo ya estaba llegando al límite. No tenía otra función, más que remplazar a la hija perdida de mi mama. Cuanto tiempo llevaba así? 6 meses? Cuánto tiempo más podía llevar. Perdería toda habilidad. Solo estaría ahí, como una bebe, al servicio del gusto de su mama. No estudiaba, no trabajaba, no hacía nada más que obedecer. Sería “una bebita eterna” Y si, admití que en el fondo, me gustaba.  No tan en el fondo. Pero no solo por mis fetiches, no solo por mi deseo de spank, no solo por eso. Tenía una muralla, una mama que pensara lo correcto e incorrecto por mí. No necesitaba más que eso, dejarme guiar. Y lo venia haciendo. Hace 6 meses que siquiera elegía mi apariencia. Ni lo que iba a comer. Solo obedecía y me dejaba llevar. Llore y patalee en mi cuna, por la angustia de descubrir, que si dejaba pasar esta situación, podría vivir 30 años mas así. Y me propuse firmemente, cambiar las cosas.
La decisión, era simple. Pero convencer a mi nueva mama, de que no era una bebe, sino una adulta que debía vivir su vida, y como mucho, visitarla aluna vez… era difícil. Ese día, me deje llevar como siempre. Recuerdo que mi primer intento de convencerla, fue un día, que estaba en mi corralito, obligada a usar pañal, con dos grandes coletas, falda, y una playera muy infantil.
Proteste gritando: Mamiiiiiiiiii. Y ella vino.
-          Si bebita?
-          Ya no soy bebita, este juego se salió de control.
Ella me miro sorprendida y yo insistí: No puedo estar así para siempre, no soy una bebe!
Ella, me miro fijamente, y dijo: Estas haciendo un berrinche por tu pañal no?
-          N-No! Solo que paso mucho tiempo, y…-
-          Y qué?
-          Y ya no quiero ser una bebe, ni quiero ser tu hija!- Dije.
-          Se acabo.- Exclamo ella, me tomo de la oreja, abrió el corral, y me llevo lentamente al famoso rincón. Al notarlo, mi sentido del pánico se dilato.
-          No, no mami por favor, no!! Perdón, perdón.-
-          Ahora volves a ser la bebe de mami no? No te preocupes, que la paleta la vas a sentir a través del pañal.
Apreté las nalgas, mientras me llevaba, bien sabia ya lo mucho que ardía la paleta. Comencé a llorar sin querer, y mi intento de escapar de mi situación se termino.
-          Nooo, por favor, seré buena, por favoooor- Suplique, pero al instante, me tomo nuevamente, y me dio como 30 paletazos, que dejaron mis pompis ardiendo como el infierno.
-          Llenas el pizarrón de “Seré la bebita de mami para siempre”.
-          S-Si mami…- Dije y empecé a escribir.
-          Cuando vuelva, quiero el pizarrón lleno, y que estés sentada.
-          S-Si…- suspire aun llorando.
Y ese día, paso como imaginan, abre estado como una hora sentada en mi silla, hasta que me perdono, apapacho, y metió en la cuna, esta vez, ya que seguro tenia sueño por eso hacia berrinche.
Los siguientes 2 meses, mis intentos de hablar se solucionaron, o con el famoso rincón, o con una nalgueada express, que prometía rincón luego, y me obligaban a obedecer. El pañal, comenzó a hacerse más frecuente… porque ella, empezó a disfrutar incluso eso. Y a veces, hasta se volvía castigo, solo por “comportarse como bebe”. Termine decidiendo que lo mejor, era ser una angel, para que vea que no era un berrinche, y que en realidad la relación debía terminar. Hice mi mayor esfuerzo, y unos 2 meses, logre ser la bebe perfecta que ella quería. Solo me nalgueaba por aluna mini travesura, ya que tanto portarme bien, hacia que recordara lo bien que se sentía, solo ser su bebe. A veces me ponía pañal, los días de semana, cuando tenía mucho trabajo. Solo porque… extrañamente…. Le gustaba cambiármelo.
Los otros 2 meses, comencé mi plan de vuelta. Aun recuerdo que el primer día que lo intente, me veía ridículamente infantil, cuando intente hablar en serio. Tenía 2 coletas con moños rosas enormes, y un vestidito, corto, rosa y blanco, que en el peco, tenia dibujos de ositos, y dados de bebes, y escrito “Baby” en cursiva. Aun así, tome aliento. Seguramente, solo conseguiría una cola roja, pero era el momento. Aprovece, que no estábamos en la sala de estar, solo en la cocina. La paleta, es odiosa, pero la cucara, es mucho más soportable.
Y le dije: Mami… tengo que hablar algo en serio.
-          Si amorcito? Quieres un juguete nuevo?
-          No… mami… yo te amo, y me encanta estar contigo. Pero esto… ya llego muy lejos.
-          Nena, nada de berrinches.
-          No es un berrinche, me porte bien no?
-          ….
-          Y soy una  angelita no?
-          ….
-          Quiero demostrarte que no es un berrinche mami, por favor. Yo… quiero ser una adulta..
-          Te vas a tu habitación ya.
-          Pero mami.
-          Quieres ir a tu rincón de las niñitas traviesas?
Mi alerta de pánico se activo, y fui rápidamente a mi habitación. Primera vez que me mandaban, sin ningún castigo previo. Tome el oso que me regalo, y lo abrace llorando. Pronto tendría que despedirme de él.
Durante las próximas semanas, intente continuar siendo una angelita, pero una vez a la semana, hablarlo con ella. Alunas veces, me nalgueaba, por la frustración.  Otras veces, solo me mandaba lejos. Pero las veces que me nalgueaba, no era fuerte. Reconozco rápidamente una nalgueada fuerte. Sin embargo, yo lloraba igual. De a poco la fui convenciendo, hasta que un día…
-          Entendes
-          Si… entiendo… Pero… vendrás a visitarme? Podes irte cuando quieras.
-          No… tengo que recuperar la capacidad de valerme por mi misma… hace como un año que no me visto, no me baño, ni como por mi misma! Teno que volver al mundo adulto.
-          Está bien…. Podes retirarte. Guardare tus cosas intactas. Por si decides volver.
-          Tenes cel?- Pregunte.
-          No.
-          Cómprate uno, o acete un facebook. – Sonrei. Me agarro fuertemente mis mejillas, y me dijo: Te extrañare tanto. Siempre serás mi bebe.
-          Yo también mami…- Dije abrazándola.
Me llevo de la mano, a mi habitación, y me entrego mi bolso. Me dio plata, y dijo: Con esto, podrás valerte por ti sola, mínimo 3 meses. Lo tenia ahorrado, pero lo vales.
-          Gracias…- sonreí. Ella se fue, y yo, al fin, me cambie de ropa por mi cuenta, luego de 1 año. Me deshice el pelo, y me prepare, para viajar. Me acompaño a la estación, y me despidió con un beso en la frente.
El primer mes, además de intentar buscar trabajo, intente volver a mi vida adulta. Vivir sin horarios, sin nadie que aa todo por ti, y sin decir “Si mami” cada 10 minutos… fue difícil. A veces, me descubría esperando que vengan por mí a darme el desayuno. Tuve que volver a cocinar, y a recorrer las calles. Tuve que volver a sentir miedo del mundo exterior, en vez de estar encerrada en esa burbuja rosa. Y costo, pero a los 3 meses, conseguí trabajo. Me volví mucho más sensible que antes, desacostumbrada al trato en la ente. A un mundo, donde todos son depredadores, y los errores no se solucionan, con cas cas en la cola y rincón. Un mundo, donde si una presa tropieza, es devorada.
Y finalmente, creci.