givin up.
Ese día, me desperté un poco más temprano que de costumbre.
Ire un poco en mi cuna, hasta que se me paso el sueño, y me levante. Juque un
poco para distraerme, en lo que… bueno, mama venia por mí. Pero ya se estaba
tardando mucho. Y comencé a ponerme de mal humor. Mi comportamiento infantil,
se había apoderado de mí, así que… supongo que era lógico. Después de todo, era
mi vida normal, hace como 4 meses. Suspire, y tome los barrotes de madera de la
cuna como si fuera una jaula. Intente salir de la cuna… Pero era alta, casi de
mi altura. Lo cual no era tan difícil, ya que solo media 1.51. A veces me preguntaba
como hacia mi mama, para sacarme tan fácilmente. Hice un poco mas de fuerza,
dándome cuenta, que si me estiraba, posiblemente llegaría. “Pero si mama llegaba,
y me veía fuera de mi cuna…” pensé, y observe mi pesadilla. “El rincón de la
niñita traviesa”, leí en el pizarrón. Me senté haciendo un puchero, y abrazando
uno de mis peluches. Y en cada movimiento, me veía a mí misma. Pijama súper
infantil, cuna, peluches, habitación, rincón horrible. Había días, en los que
sencillamente, me metía en mi roll, jugaba inocentemente, me dejaba consentir,
y era una niña buena. Había días, como este, en donde me sentía absolutamente
ridícula. Y lo peor de todo, es que ese estúpido rincón, me obligaba a ser un angel.
Lo odiaba. Me recosté, y suspire, esperando que vena, y me saque de mi prisión.
Obvio, a oscuras, porque no me anime a salir de mi cuna, y prender la luz.
Finalmente, se abrió la puerta, y escuche, a la voz melosa de mi mama, hablarme.
-
Buenos días bebita preciosa!!- Exclamo.
-
… Buenos días..- dije, sobándome los ojos, por
la luz.
-
Arribaaaaaaa! Vamos a darle un buen desayuno.
Me alzo, con la facilidad de siempre, y
empezamos a ir al comedor, y a la odiosa silla alta. Me moví un poquito,
protestando en el camino. Odiaba este tipo de humillaciones. Capaz, me había
acostumbrado a obedecer por miedo, pero continuaba odiándolas.
-
No no, nada de berrinches.-
-
Mamiiiiiii, porque siempre-
-
Ey!- Dijo, y me izo ver el rincón. – Si queras
ser una niñita traviesa, podemos…-
-
No… porfa, me voy a portar bien- Suplique. Ella
nunca hacia amenazas vacías. Y amaba tanto castigarme como consentirme.
Me tomo de la cintura, y me dio, como 20 nalgadas,
que mi pijama, por cierto, no soporta tanto. Patalee, y termine en la silla
alta. Ella, cerro la mesa de la silla alrededor de mi y dijo: hoy mi bebe,
parece que anda traviesita no? No sea cosa, que tena que refrescar su memoria.
-
N-No mami…- Suplique. Una nalgueada suya era
sinónimo de llorar. Y moría de miedo, de ser mandada al rincón. Desde mi silla
lo veía, y suspire resinada, sabiendo lo que venía. Ya me había preparado
comida, obvio, especial para “niñitas pequeñas”. Y se acerco con ella, el platón
de leche con cereal, y mi asqueroso y estúpido babero. Todos los días era igual,
pero como repito, este día no estaba de humor. Y nunca me gusto!
Ice puchero, y proteste un poco, aunque
aprisionada en esa silla, mientras me poni el babero.
Luego, tomando un poco del cereal, con la
cucara, dijo la frase, que ella amaba y yo odiaba. – Aquí viene el avión…-
Que puede ser más cursi, negué con mi
cabeza, y dijo: Queres ser rebelde? Si preferís la cucara del rincón de las
niñitas traviesas…
-
N-no mami!- Exclame asustada.
-
Por que andas siendo una niñita traviesa, y
capaz necesites ir…-
-
No, no, me porto bien…- Suspire, y con esto de desagrado,
abrí la boca. Vi como ella sonriente, me daba el primer cucaron. – Otro bebe, hasta
terminarlo.-
Suspire, y me deje alimentar hasta que el tazón
se termino. Naturalmente, mi cara quedo un poco mancada. Cosa que odio, porque
me da asco. Pero mis brazos, estaban dentro de la silla, y no alcanzaba mi cara
ya que la mesa me estorbaba. Y como siempre, le encantaba dejarme ahí atrapada,
hasta que terminara de ordenar todo, y tuviera tiempo como para llevarme a
cambiar. Pensé en hacer un berrinche, pero la vista del rincón me espantaba. Quizá
sea exagerada, pero para mí, era algo muy doloroso y humillante. Y evitaba a
toda costa.
Finalmente, vino por mí, y me limpio mi
cara, saco el babero, y me llevo a la habitación.
Mientras me dejaba en mi cuna, elegía en mi
armario, como vestirme. Era algo que le encantaba, y hacia diario. Yo esperaba
normalmente jugando, pero ese día estaba de mal humor.
Hasta que saco su favorito.
-
Mami…-
-
Si bebe?- Dijo ella.
Me quede cabizbaja haciendo puchero, y
abrazando mi oso. Era un vestidito que me había confeccionado hace poco. Ella
lo amaba y afirmo mil veces que era su favorito, pero para mí era un asco. Era
ridículamente infantil, con un estampado de conejitos al final del vestido.
Blanco, con cuellito rosa , un moño
blanco en el cuello, y un delantal rosa, con un dibujo de 2 conejos.
(si, siempre son los mismos :B )
Era… Pero sabía,
que si protestaba, terminaría llorando luego de una buena nalgueada. Venia
aceptando sus gustos, desde que invento esta estúpida regla, sentía miedo, pero
sentía aun más vergüenza. Busco en mi armario, una bombacha blanca con un
dibujo de conejito en la cola, que izo exclusivamente, para este vestido, y
sonriente tomo dos hebillas de conejos, y dijo: “A vestirte!!”
Suspire, sonrojada y cabizbaja. Quería
protestar, pero no me animaba. Se acerco a mí, y comenzó a desvestirme. Me puso
mi camiseta, pero empecé a molestarme apenas me puso mi bombacha.
-
Vamos, se una nena buena, vamos.-
Me cruce de brazos con un puchero, y
observe de reojo el rincón. De mala ana, estire mis piernas, dejándola
ponérmela. Suspire, y me deje poner las calcetas también. Tomo el vestido, y se
acerco a mí con una sonrisa de oreja a oreja. Me cruce de brazos nuevamente con
un puchero.
-
Vamos bebe, no aas berrinche.- Insistió
nuevamente ella. Continúe cruzada de brazos, y me dio una nalgada, aprovechando
que estaba en ropa interior, salte, tomando mi cola, y vi nuevamente el rincón.
-
Hoy andas traviesita, queras que lo cure.
Dije: N…No…- Suspirando, vi el ridículo
vestido, y vi el rincón. Di un pisotón, y estire los brazos. Me lo puso,
abotono mis botones, y tara! Ya era la niña conejo. Me apretó las mejillas,
diciendo lo hermosa que me veía, pero avergonzada y molesta, di un pisotón. Y
ella me dio un tirón de oreja.
-
Espero que no quieras dar problemas hoy.- Me advirtió
. Me cruce de brazos cabizbaja, y al hacerlo, veía mi delantal rosa, con
dibujitos, y como el vestido apenas me tapaba. El cuello me picaba, me
apretaba, y ese cuello bebe rosa… se veía tan… tan…
Me puso mis zapatos, y tomo mi cepillo. Una
niña normal se asustaría al verlo, pero yo sabía que era solo para peinarme, así
que continúe cruzada de brazos, y haciendo puchero. Ella llego con él, y
comenzó a cepillarme el pelo.
-
Hoy anda enojadita?- Pregunto, pero no respondí.
Ella sabe que odio que empiece a vestirme así.
Me izo la primera coleta, y pegue un rito.
-
Nena!-
-
DUELE!- Me queje.
Sin embargo, se encaro de hacerla bien
ajustada. Mientras me hacia la otra,
rite “AYYYYYYY” mas por coraje, que por dolor. Y ahí paso a tomarme mi oreja.
-
Se acabo jovencita!- Exclamo, y en un instante,
termine en sus piernas. Sabía lo que significaba una nalgueada de mi mami, así
que comencé a patalear.
-
N-No.. N-no…- Suplique. Más que nada, porque
odio cuando me castigan.
-
Andas muy berrinchuda, y sabes que NO tolero
eso. Entonces, si vas a estar así todo el día, es mejor que te de un adelanto.-
Dijo. Y la lluvia de nalgadas comenzó a caer. A la tercera, comencé a llorar y
a prometer ser niña buena.
-
Pero parece, que cierta señorita, hoy quiere
portarse muy mal. Y ya que es tan traviesita, capaz necesite ir a su rincón-
Aclaro. Me dio pánico, y mis suplicas aumentaron.
-
Nooo, no mami, no , me porto bien, porfi, no oo,
no necesito rincón, noo- Dijo, con esa desesperación tan típica, que te da
cuando te calientan la cola. Continuo nalgueándome un rato, mientras me
amenazaba, y yo continúe llorando. Me levanto, me abrazo, y dijo: ahora, voy a
tener que peinarte toda de vuelta.
Yo continuaba llorando, cabizbaja.
-
N-No… mami… no me mandes al rincón… n-No…-
Suplicaba.
-
Voy a ver, voy a ver. Hoy vendrá mi amigo, y no
quiero pasar vergüenza. Capaz lo mejor sea mandarte a tu rincón por adelantado.
–
-
N-No mami…- suplique, mientras sentía una de mis
coletas bien ajustadas hacerse.
-
Dije que voy a ver, mami se encara de tu
disciplina, vos no. Pórtate bien y capaz te salvas.-
-
S-Si… Lo siento…wa…- Solloce. Y sentí la otra
terminar de hacerse.
-
Vamos! Ya estas lista, a lavarse la cara. En 2 horas
es tu almuerzo, así que podes jugar. – Dijo ella, y normalmente, ueo de eso, va
a su taller. Fui al baño, el cual, era normal y estaba a mi altura. Y me lave
la cara de las lágrimas. Ahí vi lo ridícula que me veía, y vi cara sonrojarse
al verme. Me fui al comedor cabizbaja, y resinada, sobando mi cola. No se si en
verdad ardía tanto, o solo yo era escandalosa. Me quede jugando, con mis juguetes
que tenia ahí, y observaba el rincón, pensando que debía portarme bien, o me tocaría
ese castigo. Llego la hora del almuerzo, y con mucha vergüenza, me deje llevar
a mi silla, poner mi babero, y dar de comer. Mientras lo hacía, me preguntaba cómo
no le cansaba, hacer lo mismo todos los días. Pero el ardor de mis pompis me
motivaba a no querer continuarme portando mal.
-
Que linda nena- Celebraba mi mama, mientras me
daba de comer. – qué bonita nena!-
Yo aun sequia molesta, pero no quería el
odioso rincón. Con mis nalgadas normales lloraba un poco, pero con el rincón,
toda la maldita ora.
Luego de, limpiar todo como siempre, me
saco de mi silla prisión, y pude pisar el suelo.
Tener que comer así, me quito el poco
tiempo de buen humor que tuve. Y ya no estaba acongojada por la nalgueada. Así
que ni anas de jugar tenia. Solo me recosté en el sillón, esperando a que el día
termine, porque ni televisión tenia, ya que obvio, mami me había blockeado los
canales.
De repente, tocan el timbre, y yo me
levante. Me daba vergüenza que me vieran así, y cuando ella fue a atender, pregunte
si podía ir a mi habitación.
-
No, te quedas donde pueda verte, no quiero que
te pase nada.
-
P-Pero mami! No me va a pasar nada.
-
Ahora no bebe, hace caso.- Dijo.
El “hace caso” me asusto, y decidí
obedecer, intente esconderme un poco detrás de sillón, pero cuando el hombre
entro, revolvió mi pelo, y continuo ablando con mi mama, prácticamente ignorándome.
Luego vi que se las ingeniaron, entre los
2, para traer una gran caja.
La puerta, era grande, así que no costo
tanto entrarla, y había mucho espacio en el comedor. Así que, finalmente la
entraron. Y sacaron… adivinen. No lo podía creer. Un gigantesco corralito.
-
Ayúdame a ponerlo aquí, así puedo verlo mientras
trabajo.
-
E-Eso?- Pregunte, asombrada.
-
Es tu nuevo corralito, decile gracias al señor.-
Comento .
-
P-Pero… Es..- Dije, sorprendida.
Obvio, era enorme, y pensado, para una bebe
de un metro 51. Era como una jaula. Vi meter mis juguetes adentro, y enseguida
me tomo de los brazos. Me queje y patalee.
-
Noooo- Proteste. – No pienso estar en un
corralito!- Exclame.
El señor izo un silencio, y mi mama agarro
bien fuerte mi oreja. Lentamente, vi a donde me llevaba.
-
Se acabo señorita, es hora de que visite su
rincón. Alberto, si queras, anda llendo y luego te pago.
-
No te preocupes- dijo el señor, despreocupado.
Mientras me arrastraba, veía la enorme
paleta, y el enrabado en la silla “Niñita en penitencia”.
-
Mami… pero ay alguien, porfis! No!!-
-
Sabes por qué no tenes que portarte mal frente a
la ente, no lo aprendiste la ultima vez?- dijo.
Tape mi cola, y tome mi oreja con una mano,
al ver que ya estábamos al lado del rincón.
-
No mami, perdón perdón!!!- Dije, mire de reojo
el corral, y luego el rincón, en frente mío. Pensé “Tan malo no es” y dije: Por
favor, ao caso, por favor, me porte bien, dijiste que si me portaba bien.
Pero enseguida, me inclino, agarrándome
fuertemente con una mano, y aprisionando mis brazos. Intente moverme y
esquivar. Mi vestido era tan corto que no necesitaba levantármelo, y sentí la
madera de la paleta, apoyarse en mi pobre cola.
-
Recién, estaba loca, pero ahora pedís perdón,
prometes portarte bien, y decís que vas a “usarlo”.-
-
No…- Suspire, llorando por la anticipación. El
primer paletazo cayó y me izo saltar.
-
Parece que te olvidaste que soy tu mama, y vas a
hacer lo que yo día.- Dijo dándome otro azote, rite, emi, patalee, pero
naturalmente, me tenia agarrada bien fuerte.
-
Si te mande a hacer un corralito, es por que no
quiero que te metas en problemas mientras trabajo. Vas a tener tus juguetes ahí, y vas a estar
cerca de la televisión. Y si queras ir al baño me llamas- Ordeno, y me dio otro
paletazo. Yo comencé a llorar a viva voz, suplicando, prometiendo portarme bien
y… bueno… todo lo que dio siempre que me calentaban la cola.
-
Siiii mami perdón waAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaa-
rite, y para cuando llego el vigésimo paletazo, yo solo pataleaba, lloraba, y
saltaba, balbuceando palabras que ni yo entendía. Me soltó y me tome la cola,
saltando en el lugar, parándome y aacandome. Normalmente me sentiría muy
ridícula por hacerlo, mas en frente de alguien, pero dolía tanto que no me
importaba. Seguro parecía una payasa, vestida así y dando tantos saltos. Me
abrazo, acariciando mi pelo y diciendo su típico: Ya ya…
Me tranquilice un poquito, y me dio una
tiza: Lo llenas de “Las niñas buenas no damos problemas”. Luego de eso te
sentas, y esperas a que te llame.
-
S-Si mami…- Dije llorando. Y me pare frente al
pizarrón. No sabía si limpiar mis lágrimas, o sobar mi cola. La sentía arder
intensamente, pero debía concentrarme en mis líneas.
A veces frenaba, para llorar, o para
sobarme. Mi cola punzaba más y más, y de reojo, podía ver que se había
comenzado a inflamar un poquito, ya que mi bombacha me quedaba diferente. Ire,
y sentí mucha vergüenza, al ver que mi mama y el señor, me veían como una
televisión, de vez en cuando, mientras
platicaban entre ellos. Mi mama me izo el esto de “continua” y yo,
muerta de vergüenza, obedecí. Me tomo un tiempo, pero llene el pizarrón, luego
vi la sillita, y el engrave “Niñita en penitencia”, ire de reojo, a ver si
continuaban viéndome. Y me senté, avergonzada, sintiendo el ardor, concentrarse
y crecer en mis pompis. Continúe llorando, y no sé cuánto tiempo abra pasado.
Una vez que empiezo a llorar no paro, y me sentía muy castigada. Molesta por el
eco de tener que obedecer a la fuerza, pero a vez, triste por decepcionar a mi
mami, y tener que estar en penitencia. Mis 2 lados, se peleaban, y ganaba el
lado infantil, que no quería más castigos, y solo estar con su mama. Mi llanto
se prolongo, hasta que sentí sus manos, apoyarse en mis hombros, y
preguntándome: Aprendió su lección.
-
S-Si mami… waaaa…-Conteste llorando. Me ayudo a
pararme, y me sentó en sus piernas, me apapacho hasta que el señor se fue. Y
cuando lo izo, me metió en el corral.
Obedecí, sin chistar, el dolor de pompis
prometía permanecer unos días, efectos secundarios de mi odiado rincón.
-
Sé que lo odias, pero así yo me siento más
segura de que no te pase nada. Te dejo tus dibujitos prendidos en la tele, y
ahí tenes una mantita por si te da noni. – Dijo contenta, y sin preocupaciones,
se fue a su taller. De lejos la veía observarme, de vez en vez. Tome uno de mis
peluches, me recosté en la mantita, y sobándome la cola, me resine a que ahora
también tenía un nuevo corral.